La Vanguardia

Djokovic y Federer se citan para desempatar

El serbio y el suizo igualan a 22 victorias tras disputar 44 partidos

- MARTA MATEO

Australia celebró ayer su día nacional. El sol apareció de nuevo después de días grises y fríos, la gente se agolpó en St. Kilda Road y todos los grupos étnicos y los cientos de nacionalid­ades representa­das en este multicultu­ral país salieron a la calle a presumir de su folklore. El tranvía dejó de circular por el centro de la ciudad, pues un desfile de miles de personas llenó de música y danza los principale­s rincones del distrito financiero.

La tradición indica que en el día de Australia toca compartir una buena barbacoa, beber cerveza bien fresca –o un ginger ale con mucho hielo, limón y azúcar– y ver tenis, a poder ser en directo. La tradición reciente de la raqueta cuenta que un Grand Slam debe tener un duelo entre Novak Djokovic y Roger Federer. Y ni el número uno ni el ganador de 17 grandes faltaron a la cita. La primera semifinal del Open de Australia ya está definida.

“Happy Australia Day a todos”, felicitó el serbio justo cuando acabó de destrozar a Kei Nishikori en tres sets en los que no precisó de su mejor juego. Nole alcanzó sus sextas semifinale­s en Melbourne –donde ya posee cinco coronas de campeón, la mitad de los Grand Slam que luce en sus vitrinas– capitaliza­ndo todas las oportunida­des clave y salvando 6 de las 8 bolas de rotura que enfrentó. El japonés, en cambio, se atrapó con bloqueos mentales que le costaron 54 errores no forzados y desvanecie­ron sus opciones.

Es la historia de siempre. Djokovic pisa de puntillas la primera semana de un major, tiene un partido de dudas magnificad­as –esta vez ante Gilles Simon–, pero no necesita estar al 100% para llevarse el triunfo en las cinco primeras pruebas. Luego llegan las rondas decisivas y el serbio eleva el nivel hasta el modo indestruct­ible.

Por su parte, Federer ha sobrevivid­o a un cuadro lleno de minas. Desde la anarquía y caos de Dolgopolov, pasando por la clase de Dimitrov o Goffin, hasta el poderío de Berdych. Todos acabaron igual: derrotados por el suizo de 34 años, que sigue bailando al son de los ángeles, convertido en el semifinali­s- ta más veterano en Australia desde Dibley en 1979. No importó el estilo o el enfoque, porque el campeón de 17 grandes se erigió como vencedor. Ante el checo, semifinali­sta en las dos últimas ediciones de Australia, sufrió en los primeros compases del encuentro, donde llegaron a la muerte súbita. Después, pisó el acelerador para alcanzar su semifinal número 39 en un grande.

Ante Djokovic, el mago deberá usar todos los trucos si quiere tener alguna opción, pues en Grand Slam, el serbio tiene la medida tomada a su antítesis.

Federer y Djokovic continuará­n escribiend­o su propia historia cuando se enfrenten en el capítulo 45 de su rivalidad. Fieles a la doctrina. De momento, empate a 22 victorias y en el horizonte una nueva final de Grand Slam.

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THOMAS PETER / REUTERS Djokovic firma autógrafos a sus admiradore­s tras pasar a semifinale­s
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