“No le falta de nada”
Era el año 2000, pero Carolina Ruiz no recuerda nada especial, nada que se le haya grabado definitivamente en la memoria. –Oí contar que por ahí venía una estadounidense muy buena. Decían que prometía. Se llamaba Lindsey Vonn.
Pero poco más: ahí se le acaban los recuerdos de aquella época.
De alguna manera, así es como funciona la mente de un deportista de alto nivel. Tan ensimismado anda en sus cosas que no tiene tiempo de ver qué sucede a su alrededor.
En aquel entonces, cuando rondaba los 19 años, Carolina Ruiz (34) ya figuraba entre las mejores esquiadoras. Frecuentaba las pruebas de la Copa del Mundo, y su nombre aparecía en los diarios con una cierta periodicidad. Se esperaba que ella y María José Rienda cubrieran el vacío que se había abierto en el universo del esquí en España. Blanca Fernández Ochoa se había retirado diez años antes.
Y algo hicieron, nadie lo discutirá. Con el tiempo, ambas, Ruiz y Rienda, recogerían un abanico de éxitos. Ruiz llegó a adjudicarse un descenso en Meribel (2013) y otros dos podios. Y Rienda fue algo más allá: ganó seis gigantes entre el 2005 y el 2006. No está nada mal. Pero Vonn (31), la chica que venía por detrás de ambas... Eso ya es otro nivel. –Pues... sí –reconoce Carolina Ruiz, hoy directora técnica de la Federación Andaluza de Esquí–. A Vonn no le falta de nada. Y supongo que es algo normal. Se lo ha ganado.
¿Cómo lo ha ganado? Rompiendo récords. Los ha batido de todos los colores. Pero tampoco hay que apuntarlos todos. Al fin y al cabo, la estadística, esa numerología que tanto atrae a los estadounidenses, tiene algo de tedioso.
Mejor quedarse con lo básico. Tras su triunfo en el Super-Gigante de Cortina d’Ampezzo, el pasado domingo, Vonn ya se ha adjudicado 75 victorias de la Copa del Mundo, más que ninguna otra mujer en la historia del esquí. Once más, y alcanzará a Ingemar Stenmark (86). Si lo logra, enton- ces ya se habrá convertido en la esquiadora más laureada de todos los tiempos. Mujeres y hombres incluidos. Aunque eso a ella apenas le interesa. “Cuando me retire, entonces ya seré capaz de pensar en mi legado”, respondía Lindsey Vonn el domingo, cada vez que un periodista la sometía a la ensalada de cifras. “Pero ahora no tengo tiempo que perder en eso. No me puedo distraer. Se supone que tengo que estar concentrada
CARO LINAR UIZ “Exprime una técnica peculiar y tiene un equipo infinito; desde luego, nada que ver conmigo” El esquí analiza a Lindsey Vonn, ganadora de 75 descensos de la Copa del Mundo, ya a pocos pasos del récord de Ingemar Stenmark (86) VONN, SIN MIRAR ATRÁS “Cuando me retire ya pensaré en mi legado; ahora mismo, no tengo tiempo para eso”
en mi trabajo. Y eso intento hacer”.
–¿Que cómo ha logrado tantas cosas? –se pregunta Ruiz–. Pues ahí se mezcla un poco de todo. Su talento, un don con el que nació. Su técnica peculiar: nadie puede imitar su manera de gestionar las curvas, la forma de aprovecharse de su fisonomía. Y su equipo. La verdad es que Red Bull le ha montado un entorno impresionante.
Veamos: cada vez que Lindsey Vonn abandona su residencia en Vail (su padre, Alan Kildow, esquiador profesional, fue su primer entrenador y la puso a competir con apenas siete años), lo hace acompañada de un fisioterapeuta, un preparador físico, un experto en marketing, otro en logística de viajes, un skiman (encargado de poner a punto sus esquíes)...
–Y algunos más, no me acuerdo de todos –dice Ruiz–. Desde luego, nada que ver conmigo. Cuando no había crisis, a mí me acompañaban el entrenador, el fisio y el skiman. Con la crisis, me quedé en dos acompañantes...
–¿Y es próxima? ¿Se sentaba con vosotras en los restaurantes de los hoteles?
–Bueno, su programa siempre ha sido distinto al de otras compañeras. Ha sido la más mediática del circuito. Y siempre le ha gustado estar con personalidades más famosas, gente a la que las otras apenas hemos tenido acceso.
En los Alpes, jugó a tenis con Roger Federer, en una exhibición algo tontorrona. Acostumbra a ocupar portadas en revistas. Ha sido modelo de bañadores. Y durante un tiempo fue pareja de Tiger Woods...
–Ella y Woods se separaron hace algunos meses –dice Ruiz–. Pero recuerdo haberle visto a él a pie de pistas, acompañándola. Por ejemplo en Val d’Isère. Por cierto, ese día Vonn se hizo daño en una rodilla...
Los biógrafos cuentan que se separaron porque sus horarios eran incompatibles.