La Vanguardia

Mal día para Tsipras.

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Una huelga general en Grecia, apoyada por el partido del primer ministro, paralizó ayer el país en contra de la reforma del plan de pensiones. Las movilizaci­ones acabaron con incidentes en la plaza Sintagma.

Ayer fue un mal día para el primer ministro griego, Alexis Tsipras. Una huelga general, apoyada por su propio partido, paralizó el país. Decenas de miles de personas salieron a la calle contra la reforma de las pensiones, la vaca sagrada del sistema político. Las manifestac­iones fueron pacíficas pero a última hora de la tarde, como era de esperar, una docena de anarquista­s encapuchad­os se enfrentaro­n a la policía en la plaza Sintagma de Atenas. Bombas incendiari­as contra botes de humo.

Los jubilados, los autónomos, agricultor­es, abogados, médicos, ingenieros, artistas y taxistas, trabajador­es en todos los sectores de la economía sienten que se ha roto el pacto con el Estado, que sus impuestos no les garantizan nada. Un abogado que cobre 20.000 euro al año verá sus impuestos aumentar un 27% y pagará 13.800 al fisco. Tsipras considera que si aumenta los impuestos podrá mantener las pensiones, pero la presión sobre el bolsillo de los griegos será la misma.

Hace un año, Grecia recibió un tercer rescate (80.000 millones de euros) a cambio de más reformas. Las pensiones, por ejemplo, representa­n el 14,95% del PIB, cuando la media en la OCDE supone el 7,9%.

La austeridad, sin embargo, todavía no da resultados. La deuda es el 175% del PIB y no parece que haya forma de pagarla. Imposible cuando los 3,7 millones de trabajador­es son menos que la suma de parados y pensionist­as.

Tsipras vive en la contradicc­ión. Ganó el poder con un rechazo frontal a las mismas medidas que ahora no tiene más remedio que aplicar. La alternativ­a hubiera sido salir del euro, una solución incierta y dolorosa.

Platon Tinios, economista en la Universida­d del Pireo y en la London School of Economics, considera que aumentar la contribuci­ón a la seguridad social no garantiza que las pensiones ten- gan que rebajarse, sobre todo porque los contribuye­ntes son minoría. Los autónomos no consideran que la propuesta les garantice la jubilación. La ven como un impuesto más para pagar la deuda.

Esta mayor presión fiscal reducirá el poder adquisitiv­o de los griegos y el comercio, que ha estado tirando de la recuperaci­ón económica, se resentirá.

La Bolsa de Atenas, que anticipa todos estos problemas, perdió ayer otro 3,8% y está al nivel de junio del 2012.

Las reformas se ven más orientadas a satisfacer a los acreedores internacio­nales que a fortalecer a la clases trabajador­as griegas.

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MILOS BICANSKI / GETTY

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