Impedir otra matanza
Una mujer delató a Abaaoud, el terrorista de las terrazas de París, evitando que atentara contra una guardería, un centro comercial y una comisaría
Ayer tomó la palabra una mujer hasta ahora desconocida en la crónica de los terribles atentados yihadistas del 13 de noviembre que costaron la vida a 130 personas en París. Bajo nombre supuesto y con la voz electrónicamente distorsionada, esta Sonia reclama haber conducido a la policía hasta la guarida de Abdelhamid Abaaoud, el miembro y supuesto coordinador del comando que aterrorizó la capital. Abaaoud, su prima y un compañero de comando fueron muertos por la policía el jueves 18 de noviembre en un piso de Saint-Denis, en la periferia de París.
Según su testimonio, ante el micrófono de la emisora RMC, afirma que el domingo 15 de noviembre, dos días después de los atentados, estaba con Hasna Ait Boulahcen, prima de Abaaoud, cuando ésta recibió una llamada desde un número belga. Le pedían que consiguiera un coche para ir a “buscar a alguien que necesita albergue”.
Le dieron cita en un lugar aislado junto a una autopista. Al llegar allá las chicas enviaron un SMS con un código numérico. Inmediatamente, Abaaoud salió de detrás de un matorral; gorro de lana, za- patillas deportivas y cazadora. “Sonreía, no parecía para nada un terrorista”. “El de las terrazas fui yo”, les dijo con orgullo, refiriéndose al comando que había ametrallado indiscriminadamente las terrazas de los bares del distrito XI de la ciudad. “Pero habéis matado a inocentes”, objetó Sonia. “No eran inocentes, hay que ver lo que ocurre en Siria”, replicó Abaaoud. “Lo dijo como si hablara de ir de compras y hubiera encontrado detergente de oferta”.
El grupo entró en Francia sin papeles: 90 personas que están repartidas por toda la región de París, explicó Abaaoud: “Sirios, iraquíes, alemanes, franceses, ingleses...”. Abaaoud les cuenta entonces que en la operación –que buscaba arrancar con una gran carnicería en el Stade de France, donde los kamikazes no pudieron entrar y se hicieron explotar sin causar muertos– hubo “fallos”.
“Me dijo que hubo fallos y que él esta- ba allí para que no hubiera más”. Pidió a su prima que le buscara un piso y le comprara dos trajes y zapatos. Más tarde, cuando la prima cumplió el encargo y les procuró el piso de Saint-Denis, ésta le explicó llorando a Sonia que Abaaoud y su compañero Chakib Akrouh iban a atacar un centro comercial, una comisaría y un parvulario en el barrio de negocios parisino de La Défense.
“Entonces me dije: ‘Yo sé quién se lo va a impedir’”, y llamó a la policía. Fue así como la policía tomó por asalto el miércoles el piso de Saint-Denis, cuyo relato inicial se ha visto desmentido por la investigación de la policía científica: no fue la batalla campal descrita; los yihadistas no tenían ni kalashnikov, ni granadas; sólo una pistola y un chaleco explosivo. Sólo dispararon once tiros. Los demás, hasta 1.500, que hirieron a cinco policías y a varios inmigrantes, fueron obra de la propia policía. Un verdadero caos.
Sonia ha tenido que cambiar de identidad, dejar el trabajo y vivir oculta de hotel en hotel. Se declara atemorizada y abandonada por el Estado. Su abogado, Patrick Boudin, dice que su clienta padece insomnio y “está en peligro”.
“Hacemos lo necesario en un contexto muy difícil, la mejor manera de actuar es callándose”, ha replicado el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve.
“Contaba el tiroteo sobre los bares como si hubiera ido de compras”, explica ‘Sonia’ a una radio francesa