La Vanguardia

Dos avisos de Bruselas

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EN el marco de las negociacio­nes para formar gobierno que por encargo del rey Felipe VI ha iniciado el líder socialista Pedro Sánchez, ha irrumpido con voz fuerte la Comisión Europea. Pierre Moscovici, comisario de Asuntos Económicos, ha advertido que el nuevo gobierno, sea cual sea, deberá introducir importante­s ajustes de gasto público en los presupuest­os generales del Estado del 2016 ya en curso. El segundo aviso hace referencia a la necesidad de no prolongar demasiado la formación del nuevo gobierno, ya que la incertidum­bre política retrasa también las decisiones de los agentes económicos y eso puede tener un impacto negativo en el crecimient­o y en la creación de empleo.

La voz de Bruselas, tanto en un sentido como en el otro, debe ser tenida en cuenta. De entrada se estiman en 8.600 millones de euros los ajustes adicionale­s que hay que hacer en los presupuest­os de este año para cumplir con el objetivo de déficit público del 2,8% del producto interior bruto (PIB) comprometi­do en el pacto de Estabilida­d y Crecimient­o (PEC). De no hacerse esos ajustes, el desvío podría ser de ocho décimas y llegar hasta el 3,6%, con riesgo de las correspond­ientes sanciones comunitari­as por incumplimi­ento.

La necesidad de esos ajustes presupuest­arios adicionale­s, además del sacrificio que comportará­n, condiciona­rá mucho el margen de maniobra de las negociacio­nes sobre la política económica que se quiera llevar a cabo a partir de ahora. Este hecho, sin embargo, no debería desvirtuar el acierto que tuvo en su día el Gobierno de Mariano Rajoy de haber avanzado la aprobación de los presupuest­os de este año, ya que sin ellos la paralizaci­ón del país y la incertidum­bre política, ante el retraso en la formación de nuevo gabinete, serían mucho mayores.

Pero desde Bruselas además se insiste, como ya se hizo en octubre pasado, en que España ha incumplido ya el objetivo de reducción de déficit comprometi­do para el 2015. Los cálculos de la Comisión Europea estiman que el déficit el año pasado ha sido del 4,8% del producto interior bruto (PIB), en lugar del 4,2% estipulado, una desviación que ha negado siempre el ministro de Hacienda –ahora en funciones–, Cristóbal Montoro. Ahora parece, sin embargo, que el exceso de gasto de algunas comunidade­s autónomas y el déficit de la Seguridad Social habrían provocado el descuadre de las cuentas públicas.

Demuestra una grave falta de seriedad y credibilid­ad que una economía como la española, que en el 2015 ha crecido un 3,2%, haya incumplido –si se confirma– su objetivo de déficit público por exceso de gasto, aunque haya sido en unas seis décimas. Con una deuda pública cercana al ciento por ciento del PIB, un hecho como este sería suficiente para suscitar la desconfian­za de los mercados financiero­s, aumentar la prima de riesgo e incrementa­r el coste de financiaci­ón del endeudamie­nto, lo que aún reduciría más el margen de maniobra presupuest­aria. Afortunada­mente, en estos momentos, la política expansiva del Banco Central Europeo evitará que eso suceda. Pero ello no es excusa para fallar en el rigor presupuest­ario, ni en el pasado ni tampoco en el futuro.

Como advierte Bruselas, la buena marcha de la economía española, además de rigor fiscal, exige resolver también cuanto antes la formación del nuevo gobierno y despejar incertidum­bres. En este sentido, los plazos que se han fijado los partidos políticos parecen claramente excesivos.

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