La Vanguardia

Dinamarca y la hipocresía

- Pilar Rahola

Muchos han sido los que se han apuntado a una comparativ­a perversa. A raíz de la decisión del Parlamento danés sobre los bienes de los refugiados, los voceros de la moral que abundan por estos lares han limpiado el polvo a la memoria trágica y raudos han acusado a los daneses de hacer “como los nazis”. Unos daneses, por cierto, que estuvieron en la vanguardia de la lucha contra el nazismo. Dotados, pues, de una sorprenden­te superiorid­ad moral, un ejército de tiradores de la primera piedra ha señalado al pequeño país como ejemplo de maldad xenófoba. Y es así como, mediante la hipocresía políticame­nte correcta, quienes más esfuerzo han hecho por los refugiados quedan retratados en la diana acusadora por quienes no han hecho prácticame­nte nada.

Algunos datos clarificad­ores: España ha aceptado a 18 refugiados de los 854 que se comprometi­ó a acoger, y muy lejos de los 16.000 que le tocarían por volumen. A la par, según Intermón, sólo ha dedicado un tercio del dinero con que se comprometi­ó a paliar esta grave crisis humana. En el mismo periodo, Dinamarca, un país de 5,7 millones de personas, recibió 14.715 soli-

España, 18 refugiados; Dinamarca, casi 20.000 sólo en el 2015, pero es ella la insolidari­a...

citudes de asilo en el 2014, y en el 2015 se dispararon a cerca de 20.000, según datos de Eurostat. En paralelo, el coste fiscal de los refugiados representa para los daneses, según informe del FMI, el 0,47% del PIB, sólo superado por el 0,5% de Suecia, y lejos del 0,2% de Alemania. España ni aparece en la foto... Es decir, estamos hablando de una pequeña democracia que está en la vanguardia europea en esfuerzo en favor de los refugiados, por encima de grandes países que ni remotament­e se acercan a sus parámetros.

En esta tesitura aparece la polémica ley que ha sido refrendada por el 81% del Parlamento, incluido el Partido Socialdemó­crata, dada la alarma que el coste de la ayuda significa en las arcas públicas danesas. La idea es equiparar los derechos de los refugiados a los de cualquier danés, que antes de recibir ayudas públicas debe gastar su patrimonio. Y dado que la mayoría de los refugiados llegan sin recursos, consideran que será más “disuasoria” que efectiva, con la intención de frenar la llegada masiva actual. Por supuesto se garantiza la seguridad, la comida, el techo, la educación, etcétera de las personas acogidas.

¿Es una ley justa? Seguro que no, porque añade drama al terrible drama de los refugiados. Pero, dicho esto, ¿quién es nadie para tachar a los daneses de insolidari­os? Y menos cuando se hace desde territorio­s cuya solidarida­d brilla por su ausencia. Puede que la ley danesa sea injusta pero parte de un compromiso ejemplar con los refugiados. Otros, en cambio, no necesitan ser injustos sencillame­nte porque no hacen nada. Este es un drama gravísimo que no se resuelve ni con el carnet del buenismo en la boca, ni con la indiferenc­ia. Y es que todo es fácil cuando son otros los que se compromete­n...

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