Los animalistas intentan frenar la matanza de 50.000 galgos por la caza
La llegada de febrero hace temblar a los defensores de los animales, en concreto, a las asociaciones que se preocupan de los galgos. El final de la temporada de caza en comunidades con mucha tradición cinegética, como Andalucía, Extremadura y las dos Castillas, origina que miles de estos perros sean abandonados o asesinados por sus dueños, una cantidad que las asociaciones sitúan en torno a los 50.000 ejemplares, aunque el número real se desconoce y podría llegar a ser el doble.
“La razón de este exterminio consentido de galgos es que se trata de ejemplares que han sido criados con un único destino, que es su uso para la caza, como si de una mera herramienta se tratara”, señalan desde la asociación Galgos del Sur, con sede en Córdoba. La mayoría de estos perros son abandonados antes de cumplir los dos años, o eliminados mediante disparos, ahorcados o arrojados a pozos inaccesibles.
La desgracia del galgo, cuya imagen es habitual en las obras de los mejores pintores españoles, es que desde hace centenares de años se considera que su única virtud es su velocidad, y cuando ya no sirven para correr, y por tanto no pueden cazar, son sacrificados. Como la mayor parte de los criadores de galgos pertenecían a las clases menesterosas y no tenían escopetas, porque eran caras, se les colgaba de los árboles hasta morir.
La única solución para las asociaciones protectoras de los animales es conseguir que las autoridades prohíban el ejercicio de la caza con perros, galgos, podencos, lebreles etc. Al impedir que sean considerados como “simples herramientas de usar y tirar” para la caza, se evitaría su eliminación masiva. Para exigirlo, más de 100 asociaciones se manifestarán este domingo en 15 ciudades.
Gemma García, presidenta de la Plataforma NAC, una de las convocantes de la manifestación señala que “queremos pasos firmes, sólidos, visibles, encaminados a terminar con la caza como actividad legal en nuestro Estado pero especialmente la prohibición prioritaria de las modalidades más agresivas, aquellas en las que se usan perros para la práctica cinegética, como la caza de la liebre con galgo o las rehalas de caza mayor”.
El problema es que gran parte de los galgueros ni siquiera son conscientes de que matar a estos animales esté mal, y mucho menos que pueda ser considerado un delito. Por ello, las asociaciones creen que es muy importante que se sepa que la reforma del Código Penal endurece los delitos por maltrato animal.