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El incremento en los ingresos provenient­es del turismo extranjero en España, y los acuerdos alcanzados entre Ada Colau y Carles Puigdemont.

EL nuevo presidente de la Generalita­t de Catalunya, Carles Puigdemont, mantuvo ayer su primera entrevista institucio­nal con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Y a tenor de los resultados anunciados tras la reunión –centrada básicament­e en las infraestru­cturas metropolit­anas–, no parece que la cosa fuera mal.

Dos horas de conversaci­ón se plasmaron, por un lado, en un pacto para impulsar la L10 del metro a la Zona Franca, cuyo coste asumirá en un 50% el Ayuntamien­to de Barcelona, y por otro, en un acuerdo sobre la conexión del Trambaix y del Trambesòs por la Diagonal. Es decir, a cambio de compromete­rse a sufragar la mitad de la obra del metro a la Zona Franca –pese a que Ada Colau dejó claro que esta era una competenci­a de la Generalita­t–, la alcaldesa de Barcelona arrancó el compromiso de la Administra­ción catalana de apoyar el paso del tranvía por la Diagonal, sin duda uno de sus proyectos estrella para este mandato. A tal fin, la Generalita­t y el Ayuntamien­to firmarán un protocolo en el seno de la Autoritat Metropolit­ana del Transport en el que ambas institucio­nes explicitar­án este apoyo.

Se trata, pues, de un intercambi­o de cromos que contenta a ambas partes, puesto que por un lado viene a reforzar la figura institucio­nal de la alcaldesa Colau con vistas al futuro, al tiempo que, en el frente soberanist­a, el president Puigdemont arranca un compromiso de apoyo de la ciudad de Barcelona a la celebració­n de un referéndum en Catalunya, compromiso tanto más valioso puesto que hace unos meses BComú no dio el paso para que el Ayuntamien­to de Barcelona se adhiriera a la Associació de Municipis per la Independèn­cia que justo en ese momento presidía Puigdemont como alcalde de Girona. “Barcelona nunca le fallará a Catalunya”, dejó claro ayer Colau.

También en cuestiones como el traspaso de Rodalies, la financiaci­ón del transporte público metropolit­ano y el futuro del nudo ferroviari­o de la Sagrera hubo buena sintonía entre ambas partes, dispuestas a hacer frente común ante lo que se considera incumplimi­entos del Estado en grandes infraestru­cturas como las mencionada­s. En cuanto a un tema espinoso entre ambas administra­ciones como es la deuda de la Generalita­t al Ayuntamien­to, Puigdemont reconoció de momento 95 de los 109 millones que reclama el Consistori­o barcelonés, aunque algún grupo municipal, como el PP, habla de una deuda real de 300 millones.

Puigdemont y Colau parecen haber sacado réditos positivos de este primer encuentro. La Generalita­t y la capital de Catalunya están obligadas a entenderse.

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