La Vanguardia

Más bombas y más refugiados

La ofensiva de Asad sobre Alepo provoca un nuevo éxodo de 80.000 sirios

- RICARDO GINÉS Estambul. Correspons­al

La escena no es nueva: decenas de miles de ciudadanos sirios se dirigen hacia la frontera turca para encontrar refugio. Lo que sí sienta precedente es que, desde que empezó la guerra civil en Siria hace casi cinco años, Ankara y Moscú nunca han estado tan cerca de una confrontac­ión militar.

La ofensiva del ejército sirio, con apoyo aéreo ruso, en torno a la ciudad de Alepo ha forzado de nuevo un enorme flujo de desplazado­s que huyen con los pocos enseres que pueden llevar a cuestas. “Vienen a pie y están exhaustos y sin dónde resguardar­se”, explica a La Vanguardia Mustafa Özbek de la organizaci­ón humanitari­a IHH, grupo islamista afín al Gobierno. “El mayor problema que tenemos –añade– es que son tantos y han venido tan de repente que nos falta de todo: comida, agua y sobre todo cobijo”.

La frontera está cerrada, pero el primer ministro turco, Ahmed Davatoglu, ha asegurado que a los refugiados no les faltará nada.

Özbek confirma que el ejército turco está dentro de Siria, levantando campos de acogida con tiendas de campaña en la zona fronteriza. “Esta noche daremos mantas y comida y esperamos que haya tiendas para casi todos, pero no va a ser fácil porque son muchos”.

El Gobierno turco calcula que de Alepo están huyendo unas 80.000 personas. Al puesto fronterizo de Bab al Salam han llegado cerca de 20.000.

IHH afirma que más de 50.000 personas al alcanzado al paso de Öncüpınar, en Kilis. Huyen de Azaz, a siete kilómetros de distancia y ahora en poder del régimen sirio.

El avance de las tropas leales al presidente Bashar el Asad seguía ayer con fuerza al norte de Alepo. Ocuparon Ratian y mantuviero­n cortada la principal ruta de aprovision­amiento hacia Turquía.

El cerco de Alepo se estrecha más y más. Antes de la guerra, la ciudad era un importante centro comercial con dos millones de habitantes. En 2012 quedó dividida en dos zonas, una bajo control

rebelde y otra gubernamen­tal. Entre 200.000 y 300.000 personas siguen allí a pesar de la destrucció­n generaliza­da.

Ankara espera tener más campos de acogida en las cercanías de Kilis antes del lunes. Entonces abrirá la frontera para que los refugiados puedan instalarse allí.

Turquía acoge a 2,5 millones de refugiados, más que ningún otro país. La UE ha ofrecido una ayuda de 3.000 millones de euros.

El presidente Erdogan lamenta que Rusia no detenga los bombardeos. La OTAN acusa directamen­te al Kremlin de atacar sólo a la oposición y de haber dinamitado el proceso de paz que esta semana había arrancado en Ginebra. El ejército ruso asegura que sólo ataca a grupos terrorista­s.

La ofensiva siria para cercar Alepo también cuenta con la par- ticipación del Hizbulah libanés y de soldados iraníes. Se desarrolla en territorio habitado por chiíes y turcomanos, que desde el 2013 está bajo control del Frente Al Nusra (franquicia de Al Qaeda) y de la organizaci­ón islamista Frente Ansar al Din, ambos con apoyo financiero de Arabia Saudí.

La tensión es tan alta que cualquier incidente puede provocar una confrontac­ión entre Rusia y Turquía. El pasado 24 de noviem- bre, las defensas turcas derribaron un caza SU-24 ruso. Milicianos turcomanos mataron a uno de los pilotos mientras descendía en paracaídas. Al frente de este grupo armado está Alparslan Çelik, ciudadano turco, miembro de la organizaci­ón de extrema derecha Lobos Grises. Rusia pidió que fuera detenido. La semana pasada, sin embargo, Çelik apareció en Estambul, en el funeral de otro guerriller­o turco caído en Siria.

Rusia ha desplegado baterías antiaéreas en el norte de Siria y acusa al ejército turco de preparar una invasión del norte de Siria, ocupado ahora mayormente por los kurdos.

Poco a poco, Turquía, Rusia, Irán y Arabia Saudí mueven ficha sobre el devastado tablero sirio.

Irán, Rusia e Hizbulah desempeñan un papel cada día más decisivo en su apoyo al régimen de Damasco.

Arabia Saudí, por su parte, asegura que su ejército está preparado para combatir al Estado Islámico (EI), que ocupa amplias zonas del centro y el este de Siria.

Ankara, mientras tanto, juega a varias bandas –contra los kurdos y contra Damasco– y no puede evitar que 2.100 yihadistas turcos, por lo menos, se hayan unido al EI. Frente a ellos y defendiend­o a los turcomanos sirios se encuentran las milicias ultranacio­nalistas turcas.

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BULENT KILIC / AFP Refugiados sirios huidos de Alepo llegando al puesto fronterizo turco de Bab al Salam, ayer por la tarde
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