Francisco y el patriarca ruso Kiril se verán en La Habana
El Papa realizará una escala sorpresa, rumbo a México, para el hito ecuménico
Francisco continúa siendo protagonista de hechos excepcionales, en la forma y en la sustancia. El próximo viernes, 12 de febrero, el Papa mantendrá un encuentro de varias horas con Kiril I, patriarca de Moscú y de todas las Rusias, en el aeropuerto de La Habana.
El anuncio de esta reunión fue una gran sorpresa. El Vaticano logró mantener un sigilo absoluto sobre los pacientes preparativos de lo que constituye una primicia histórica, un hito ecuménico sin precedentes. Jorge Mario Bergoglio aprovechará su previsto vuelo de Roma a México –país donde realizará una visita pastoral– para hacer una escala en Cuba, que a su vez estará siendo visitada esos días por el patriarca ruso.
Según el portavoz vaticano, el padre jesuita Federico Lombardi, se trata de una feliz coincidencia logística. La Habana proporciona un lugar “neutro”, ideal, al tiempo que “significativo para las dos partes, un cruce de caminos en el mundo de hoy”.
El presidente Raúl Castro recibirá al Pontífice y lo despedirá en la pista del aeropuerto José Martí. Francisco y Kiril hablarán durante unas dos horas en una sala de la terminal. También habrá discursos, intercambio de regalos y la firma de una declaración conjunta. Luego la comitiva papal, a bordo del mismo avión de Alitalia con el que habrán cruzado antes el Atlántico, continuará hasta Ciudad de México. Para encajar el programa original, se adelantará unas horas la partida de Roma.
En un comunicado hecho público simultáneamente por la Santa Sede y el patriarcado de Moscú, se puso énfasis en que el encuentro de La Habana “supon- drá una etapa importante en las relaciones entre las dos iglesias”. Ambas confían en que sea también “un signo de esperanza para todos los hombres de buena voluntad”, por lo que invitan a todos los cristianos a rezar “para que Dios bendiga este encuentro y pueda producir buenos frutos”.
La anunciada reunión es fruto de muchos años de contactos. La consecuencia lógica debería ser un futuro viaje del Papa a Rusia, algo que nunca ha sucedido y que hubiera sido el sueño de Juan Pablo II. Con el papa polaco eso fue imposible, por su propia personalidad y por recelos geopolíticos. Con el pontífice argentino las perspectivas son mejores. Ayuda en el proceso la excelente relación que mantiene Francisco con el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I.
El de ayer es el segundo anuncio en pocos días de máxima relevancia ecuménica. El Vaticano hizo saber que Francisco volará a Lund (Suecia), el próximo octubre, para asistir al arranque de las celebraciones del 500 aniversario del nacimiento del luteranismo.
Francisco no sólo derriba barreras de credo sino también políticas. Hay rumores en Roma de que podría ser inminente el nombramiento por el Papa de varios obispos chinos, pactados con el Gobierno, lo que allanaría el camino hacia una normalización de relaciones entre Pekín y la Santa Sede. En una reciente entrevista con el diario de Hong Kong Asia Times, Francisco expresó su “admiración por la cultura y civilización chinas, a las que atribuyó una “sabiduría inagotable”.
Bergoglio rompe de nuevo barreras, como ha hecho con los luteranos y se apresta a hacer con China