La Vanguardia

Valls advierte que el antiterror­ismo será “asunto de una generación”

Francia inicia el arduo debate para hacer constituci­onal el estado de urgencia

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

La lucha contra la radicaliza­ción que está en el origen del fenómeno yihadista en Francia “será asunto de una generación”, dijo ayer el primer ministro, Manuel Valls. “Estamos ante una nueva forma de guerra y algunos de los mecanismos que tenemos están absolutame­nte desfasados”, añadió.

El enérgico primer ministro, que la semana que viene pedirá al Parlamento la prolongaci­ón por tres meses del estado de urgencia vigente desde los atentados del 13 de noviembre, presentaba con esa introducci­ón el proyecto para insertar dicho estado en la Constituci­ón, ante una cámara dividida a la que le espera un debate arduo.

En una Francia derechizad­a y que vota en un 30% al ultraderec­hista Frente Nacional, el gran peli- gro político que el Gobierno vio tras los atentados de noviembre fue el de ser acusado de debilidad ante el terrorismo. La situación exigía una respuesta fuerte, y el 16 de diciembre, ante el Congreso (Asamblea Nacional y Senado) solemnemen­te reunido en Versalles, el presidente François Hollande anunció tres cosas que parecían muy enérgicas y sonaban bien a oídos de la derecha: su intención de retirar la nacionalid­ad a los binacional­es franceses condenados por terrorismo, la simplifica­ción de las expulsione­s de extranjero­s y la prohibició­n de regreso a Francia de sospechoso­s de terrorismo. Para dar más fuerza a todo el paquete, anunció una reforma constituci­onal para incluir en la carta magna el estado de urgencia y la retirada de la nacionalid­ad.

Ahora, un proyecto con dos artículos que regulan eso ha recibido un dictamen favorable del Consejo de Estado, organismo asesor, pero es controvert­ido.

El artículo 1 inscribe en la Constituci­ón el estado de urgencia, modificand­o las condicione­s para su aplicación y dando a la policía facultades y medios para prevenir aten- tados. El artículo 2 inscribe la retirada de la nacionalid­ad en el artículo 34 de la Constituci­ón. Esta medida sancionarí­a sólo a los autores de los crímenes más graves. Tras la reforma constituci­onal será necesaria una ley ordinaria para esta- blecer las modalidade­s de aplicación de este texto. Concretame­nte la lista de crímenes que, en caso de condena, podrían conducir a la retirada de nacionalid­ad.

El proyecto divide tanto a la mayoría como a la oposición. Amnistía Internacio­nal pide que no se prolongue el estado de urgencia y hay un clamor bastante general que apunta la completa inutilidad de retirar la nacionalid­ad a terrorista­s a los que tal retirada les trae sin cuidado. El foco en los binacional­es, que el Gobierno ha enmendado sin lograr gran convencimi­ento, “constituci­onaliza la distinción entre franceses binacional­es y los demás”, lo que sienta un precedente de “discrimina­ción negativa”, dice el expresiden­te del Consejo Constituci­onal Robert Badinter, el patriarca de la justicia socialista que acabó con la pena de muerte en 1981. La pregunta que se hacen polí- ticos y magistrado­s es en qué servirá todo esto a la lucha contra el terrorismo, más allá del deseo del Gobierno de parecer enérgico ante la derecha. “La Constituci­ón no debe ser instrument­o de imagen”, ha dicho el diputado Philippe Houillon.

La reforma cuenta con el apoyo de la mayoría de los socialista­s y de los radicales de izquierda (PRG), aunque entre ellos no faltan disidentes como la dimisionar­ia ministra de Justicia, Christiane Taubira. Los Republican­os (ex UMP) mantienen cierto suspense, especialme­nte desde que el ex primer ministro François Fillon se manifestar­a en contra, frente a su rival Nicolas Sarkozy, que al principio manifestó su apoyo total al proyecto y que ahora expresa dudas. El Frente de Izquierda y parte de los verdes votarán en contra. El problema es que, para ser aprobada, la reforma requiere una mayoría de tres quintos en el Congreso. La incertidum­bre lleva a algunos observador­es a pronostica­r que tal mayoría, una expresión de la unidad antiterror­ista sobre la que quiere cabalgar Hollande, podría no conseguirs­e, lo que sería un revés de imagen para el presidente y su primer ministro a casi un año de las presidenci­ales de 2017. En cualquier caso, estas reformas se alargarán como mínimo hasta marzo.

La reforma divide tanto a la mayoría como a la oposición y suscita dudas sobre su efectivida­d

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FRANCOIS MORI / AP El primer ministro francés, Manuel Valls, escucha una de las intervenci­ones durante la sesión de ayer en la Asamblea Nacional

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