La Vanguardia

La “alcaldesa de España”

El caso Taula acaba con la proyección política de Rita Barberá, la mujer con la que el PP construyó su hegemonía

- SALVADOR ENGUIX Valencia

La imagen impacta, y fue tomada hace tres días. En ella se ve a Rita Barberá asomándose con prudencia por la ventana de su casa por temor a ser retratada. Es la misma vivienda, en el centro de Valencia, en la que se esconde desde que estalló el caso Taula. La escena contrasta con la trayectori­a política y social de una mujer que, hasta no hace mucho, paseaba por las calles de la ciudad arropada por una multitud fiel, entregada, apasionada.

Ella no sólo fue el eje sobre el que se construyó y se movía el proyecto político del PP valenciano, local y autonómico; sino que logró dotar a su persona, de manera consciente, de una fuerte carga simbólica. Porque Rita Barberá luchó para ser, en una sociedad matriarcal y mediterrán­ea donde la mujer ocupa un lugar central en el espacio simbólico –desde la Fallera Mayor a la Virgen de los Desamparad­os, la “Geperudeta”– el icono de la “alcaldesa de España”, como la definió Mariano Rajoy. Por eso su derrumbe político confirma el final de un ciclo, de un largo periodo de hegemonía absoluta del PP valenciano.

Soltera, hija de un reputado periodista, José Barberá, ella ha demostrado tener una formidable intuición política que sólo le ha fallado en el último momento, salpicada por la sospecha de la corrupción. A lo que sumaba una personalid­ad arrollador­a, populista, vehemente, con un control exquisito de la escenifica­ción y que se crecía en la distancia corta. Capaz de integrarse en el costumbris­mo local como ningún político antes. Era la alcaldesa, pero también, de alguna manera, era icono de las fallas, de las fiestas, de los mercados, de la ciudad.

Criada en las filas de Alianza Popular y a la sombra de Manuel Fraga, supo ofrecer a finales de los 80 una imagen renovada del discurso conservado­r post franquista que la llevó a liderar el PP local de Valencia. Ganó para este partido la alcaldía en 1991, frente al PSPV-PSOE con el apoyo de los anticatala­nistas de Unión Valenciana, liderados por Vicente González Lizondo.

Ese episodio merece atención. Lizondo contaba con todo el apo- yo de la entonces todo poderosa María Consuelo Reyna, directora del diario Las Provincias y azote del catalanism­o valenciano. La periodista era la “mujer” que marcaba el tempo de la derecha valenciana, en discurso y en proyecto. Rita Barberá venció, ganó la alcaldía, a UV, y comenzó a cuestionar el poder de María Consuelo Reyna. Una frase se hizo famosa: “Maria Consuelo reina, pero ya no gobierna”

A partir de ese momento, la alcaldesa comenzó trenzar las complicida­des que permitiero­n al PP conquistar la Generalita­t Valenciana al PSPV-PSOE, con el hábil Eduardo Zaplana de presidente, y alcanzar una hegemonía absoluta que ha durado casi un cuarto de siglo. En cada convocator­ia electoral su poder creció, hasta ser absoluto. Con porcentaje­s en las elecciones superiores al 50%. Destrozaba a cuantos candidatos presentaba el PSPV-PSOE para intentar destronar su reinado. Rita Barberá era imbatible, y en la calle era la dueña, todo en ella era éxito, y hasta los gestos más grotescos, como lanzar petardos a sus invitados en fallas, resultaban simpáticos. A su alrededor, como concejales, se formaron dos ex presidente­s valenciano­s, Francisco Camps y José Luís Olivas.

Con la presidenci­a de Francisco Camps, al que le ha unido una intensa amistad, llegó su mejor momento: Copa del América, la visita del Papa, la Fórmula 1. Valencia lo era todo, como ella. Pero su apoyo al ex president en todo el proceso Gürtel comenzó a erosionar su figura. Era el año 2008. La exalcaldes­a sabía del riesgo, y lo asumió. Asoció su persona a cuantos casos de corrupción se iban a ir descubrien­do en los años posteriore­s, afectando a todas las institucio­nes y a todo el partido.

La pasada legislatur­a fue la del ocaso de la alcaldesa. Caído Camps, y con el campo del PP minado por la corrupción, intentó atrinchera­rse en el PP local, el único que aparecía limpio de sospecha, a pesar de que los casos Emarsa, Nóos o el Ritaleaks salpicaban con gravedad su figura. Hubo, además, episodios que generaron caricatura­s sobre ella, como el famoso “Caloret”. Momento clave: perdió el control y ofreció un lamentable espectácul­o. Y su prepotenci­a, antaño entendida como carisma, comenzó a enemistarl­a con todos los movimiento­s sociales de la ciudad.

Ella pensó en renunciar a ser candidata en las pasadas elecciones locales. Mariano Rajoy le pidió que siguiera. El PP valenciano

FIN DE UN CICLO Su caída “política” confirma el fin del ciclo popular iniciado en Valencia en 1991

PODER ABSOLUTO Rita Barberá lo fue todo en Valencia y ahora se esconde tras los visillos de su casa

se desmoronab­a, y muchos de grandes iconos caían bajo el peso de la ley, algunos en prisión. El caso Taula, como en una sucesión de explosione­s, la ha alcanzado de lleno. La exalcaldes­a, hoy senadora, es hoy un personaje incómodo para el PP valenciano. Que simboliza el fracaso de un modelo ahora contaminad­o hasta la médula por la corrupción. Rita Barberá, que llegó a ser “reina”, se esconde hoy tras los visillos de la ventana de su casa. No hay mejor metáfora.

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MANUEL QUEIMADELO­S ALONSO / GETTY / ARCHIVO Rita Barberá en un mitin electoral del PP valenciano en la plaza de toros
 ?? J.C.CÁRDENAS / EFE / ARCHIVO ?? Primeros años de la alcaldesa con José María Aznar
J.C.CÁRDENAS / EFE / ARCHIVO Primeros años de la alcaldesa con José María Aznar
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MANUEL BRUQUE / EFE / ARCHIVO Con Rajoy y Camps en el balcón del consistori­o durante una

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