La Vanguardia

Foix o Folch

- Josep Cuní

La vida no es ni un spot ni una página Excel. ¡Qué le voy a contar que usted no sepa! Por mucho que pretendan atraparnos entre la frivolidad de quienes sólo persiguen eslóganes y quienes buscan la cuadratura del círculo porque en una pantalla aparece una hoja pautada con los números introducid­os por los mismos que ahora se los creen. Exponente máximo de las trampas al solitario.

Ante maniqueísm­o tan absurdo se impone una dosis de realismo. Esa distancia que va del dicho al hecho y que critican los idealistas como si la realidad no pudiera ser la base de las ilusiones por construir. El punto medio imprescind­ible es lo que Lluís Foix suele reflejar con acierto. La cautela del buen periodista ante cualquier sacudida de la sociedad. Leve aunque impactante o grave aunque exagerada. Su mirada relativist­a del mundo es la típica del niño rural de La marinada sempre arriba, entrañable sentimient­o de pertenenci­a e inquietud de quien ni se da por vencido ni renuncia a la duda existencia­l.

Así se reflejó en un momento del documental televisivo basado en aquellas páginas. Es cuando Foix y su primo, uno desde la ciudad y otro desde el campo, se interrogan en sen-

Es un homenaje al oficio que consiste en contar lo que ves hasta ver después lo que has contado

tido contrario sobre quién acertó y quién erró marchándos­e o quedándose en la Vall del Corb. El explorador de un mundo convulso y el asentado en la tierra de dura e incierta promisión. Ambos demuestran que la trayectori­a marca tanto como los genes y que es de la suma que crece el periodista más interesado que interesant­e de quien brota la narración más interesant­e que interesada para el lector.

Foix incide ahora en Aquella porta giratòria, premio Josep Pla recién llegado a las librerías. Siendo otra parte de su larga memoria es también el recuerdo de quienes marcaron a fuego una etapa de la profesión y un homenaje al oficio que consiste en contar lo que ves hasta ver después lo que has contado. Entre muchos afectos sinceros y algún reproche natural, con una descripció­n tan detallista en general como crítica cuando conviene, Lluís Foix evoca su acceso a la “redactoría” de La Vanguardia cuando ello significab­a dejar de temer por trabajo y precarieda­d. Y de ahí, al cielo.

El correspons­al fijo y volante, el director entrante y saliente, el amigo del editor y el defensor de equilibrio­s y neutralida­des, el potenciado­r de cercanías personales preservand­o siempre las distancias informativ­as nos introduce en todo un mundo que, tras una puerta giratoria, reflejaba lo que fuera le sucedía al mundo. Con sutilezas antes y sin corsés después. Lo que hoy se narra de manera descarnada porque se dirige a una sociedad descarada. Súmenle los tintes de los homenots que dibuja al estilo del Pla, que le avala con su merecido premio. A Foix o a Folch, como le llamaba Fraga en Londres.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain