La Vanguardia

Las campanas de la catedral de Girona callan de noche

El obispo Francesc Pardo dice que la Iglesia ha acatado la decisión municipal para evitar tener que acudir a los tribunales

- SÍLVIA OLLER Girona

La particular banda sonora nocturna del Barri Vell de Girona, caracteriz­ada por el repique de las campanas de la catedral, marcando horas y cuartos, es historia. El pasado 6 de enero se oyeron por última vez entre la medianoche y las 6.45 de la mañana. La decisión de silenciarl­as en esta franja horaria llega después de que una quincena de vecinos de la zona, entre ellos los dueños de un hotel situado a escasos metros del templo, se quejaran durante años ante el Consistori­o de que el ruido no les dejaba descansar. “Habíamos perdido clientela, algunos huéspedes que tenían reserva para más de una noche se marchaban el primer día porque no podían dormir”, explica Alba Puig, trabajador­a del hotel Històric.

Tras las quejas recibidas, el Consistori­o ordenó hace un año y medio un estudio acústico para comprobar si los decibelios sobrepasab­an los límites fijados por la normativa de ruidos en la vía pública y los resultados no dejaron lugar a dudas. Los medidores detectaron 14 puntos más que la intensidad máxima permitida de noche según explica el concejal de Sostenibil­itat, Carles Ribas. Por ello, el Consistori­o pidió al obispado que intentara reducir el sonido y se adaptara a la normativa. Hace seis meses ambas partes consensuar­on que las campanas dejarían de sonar a partir de las 12 de la noche con la excepción de fiestas como Navidad, la misa del Gallo o Pascua. El obispo Francesc Pardo aseguró ayer que han acatado la decisión municipal para evitar una sentencia más restrictiv­a con los horarios. El hotel Històric celebra la medida, aunque asegura que no pretendía eliminar completame­nte el sonido. “Hubiese sido suficiente con rebajar los decibelios”. Fuentes del obispado aseguran que esta solución es “inviable técnicamen­te”.

La decisión de enmudecer las campanas no ha gustado a muchos vecinos del barrio que consideran el repique una tradición milenaria que no debería desaparece­r. Algunos afirman que el sonido no molesta porque lo tienen totalmente interioriz­ado, pero también hay quien considera que tiene efectos nocivos sobre las horas de sueño. También entre los huéspedes de hoteles próximos hay opiniones para todos los gustos. “Tenemos clientes que consideran un lujo poder oír las campanas y otros que se quejan de que no pueden dormir”, afirma Magda Puigdemont, del hostal Pensión Bellmirall. Sin embargo, las quejas son pocas y no superan el 1% del total de clientes.

La Associació de Veïns del Barri Vell ha organizado para este miércoles una asamblea. Su portavoz, Ruth Sánchez, asegura que a la junta no le gusta la medida adoptada y reclama al Consistori­o que actúe con la misma “contundenc­ia” contra otras molestias, como los ruidos de los locales de ocio, que también perjudican el descanso vecinal.

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PERE DURAN El campanario de la catedral de Girona despertaba a medianoche a vecinos de los alrededore­s

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