“Los patrocinadores han sido cómplices”
J amil C hade, autor de ‘Política, propina y fútbol’
J amil Chade, corresponsal del diario brasileño O Estado de São Paulo en Ginebra, acaba de publicar Política, propina y fútbol (Objetiva, 2015), una crítica demoledora a la FIFA de Blatter y la transformación del fútbol en un sucio negocio global.
¿Quién manda ahora en la FIFA?
Mandan los abogados. El bufete Quinn Emanuel. Los grandes, exasesores legales de George W. Bush en el Consejo de Seguridad nacional, gente de nivel muy alto. ¿Por qué?
Porque los directores de la FIFA que quedan, liderados por Domenico Escala, piensan que el Departamento de la Justicia de Estados Unidos puede llegar a la conclusión de que la FIFA es una organización criminal y la sanción sería embargar todos los activos de la federación. Lo cual sería el fin. La estrategia es presentar a la FIFA como víctima de Blatter, Valcke y el resto, que ha sido engañada. Pero no está garantizado que sobrevivirá. Es una paradoja porque la FIFA, en el momento en que le tumban, jamás había sido tan rica.
¿Qué pasaría si la FIFA desapareciera?
Sería un problema enorme. Imagínese: en el 2017, un año antes del Mundial, con todos los contratos firmados. Sería un desastre económico. Ya hay casos de empresas que han dejado de negociar contratos con la FIFA porque no tienen garantías de lo que va a pasar. En el Mundial de Clubs de la FIFA –que ganó el Barça en diciembre– sólo la empresa china de Internet Alibaba firmó un contrato de patrocinio. A las empresas chinas les da lo mismo.
Las multinacionales se han presentado como si fueran las fuerzas de la transparencia. ¿Es cierto? En absoluto. Las grandes multinacionales patrocinadoras tienen mucho miedo a un juicio en EE.UU. contra ellas. Tienen dos ejemplos bastante claros. Nike y Fox. Las empresas investigadas hasta la fecha son empresas intermediarias de marketing como Traffic. Pero hay documentos que constatan que la empresa que comerciaba con esos derechos a las intermediarias era Fox. Fox está involucrada. Nike también. Así que McDonald’s, Coca-Cola y Visa tuvieron que decir algo. Pero en el testimonio que daba Eugenio Figueredo (uruguayo de 83 años, exvicepresidente de la FIFA) quedó claro que Havelange (expresiden- te de la FIFA) tenía un contrato personal con cada empresa que firmaba con la FIFA. Coca-Cola, Adidas y otras estaban pagando directamente a Havelange. O sea cuando esas compañías globales dicen que están preocupadas por la transparencia, habría que preguntarles: “A ver, ¿dónde han estado en los últimos 40 años?”
¿En el libro hace una crítica más general de ese modelo...?
Sí. Hasta ahora estamos hablando de los individuos corruptos. Pero este es un problema del sistema. Hay que hablar de los cómplices. Son las grandes redes de televisión, multinacionales patrocinadoras y partidos políticos en algunos países así como las entidades del fútbol. El grupo que secuestró el fútbol no es sólo Blatter y Valcke. Lo hicieron con la colaboración la televisión y multinacionales.
¿Cómo se llegó aquí?
En los años setenta las multinacionales estaban buscando una plataforma de publicidad mundial. El Mundial del fútbol es lo más próximo que se puede llegar a esa plataforma. Es un vehículo perfecto de marketing global. Por eso, las multinacionales se hicieron cómplices de las prácticas corruptas.
¿Esta puede ser una oportunidad para crear una organización digna de representar al fútbol? No lo sé. Pero, para empezar, deberían publicar los criterios de la selección de los directivos de la FIFA. Y poner un límite a sus mandatos a ya sus salarios. Para que, si uno de ellos, de repente, compra un Ferrari, sepamos si es compatible con su remuneración.
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