MICHEL BUSSI ESCRITOR “Las escritoras de novela negra son más duras con las mujeres”
Aeste hombre al que han rebautizado como el Hitchcock literario, lo que en realidad le adjudicó la vida fue una vacante en la Universidad de Rouen. Esta es, pues, la historia del profesor de Geografía que se convirtió en as del suspense. Lo está disfrutando.
Michel Bussi, politólogo nacido en 1965, especializado en geografía electoral, es el escritor más leído en Francia. Y uno de los tres más vendidos junto a nombres como Pierre Lemaitre, Marc Levy o Guillaume Musso. Su éxito radica en la mezcla de suspense con el universo del sentimiento. Un avión sin ella (2012) le catapultó al éxito internacional. “Jamás imaginé que acabaría traduciendose a 35 idiomas”.
Ahora, un thriller como No lo olvides jamás (DeBolsillo), bajo el sello de Penguin Random House, propone la historia de Jamal, un joven marroquí de espíritu luchador: se entrena duro a pesar de una prótesis en la pierna. Unas vacaciones en Normandía, un abrupto itinerario, una muchacha bellísima a punto de saltar por el acantilado... La bufanda roja. Jamal pasa, en minutos, de ser quien intenta salvarla a primer sospechoso de asesinato.
Los franceses están tomando el relevo de los nórdicos en cuanto a thriller y novela negra. ¿Cree que algún día vencerán este liderazgo que dura tanto? ¡Espero que sí! Es curioso, yo creo que la novela negra francesa aporta más fantasía. No es que la gente esté harta de la nórdica pero creo que, hoy por hoy, hay en ella menos originalidad. Las intrigas francesas al menos aportan un toque de exotismo.
¿No exageran? Otros géneros quisieran tanta promoción... Francia, que tiene una tradición literaria muy elitista, a veces considera la novela negra literatura de segunda categoría. Pero, paradójicamente, tiene muchísimo público, así que se ven obligados a cuidarla.
Según Le Point usted es “el nuevo fenómeno del thriller”, y para el Sunday Times leerle es como leer a Steig Larsson por primera vez. Yo, que lo agradezco, creo que tengo truco: toda novela puede incluir una tragedia griega, si cabe, lo importante es que lo narres con suspense. Y pongas melodía. La novela negra da ganas de leer.
¿Cómo pasa un profesor uni- versitario a maestro del suspense? Siempre escribí. Pero es cierto que mi condición de profesor de Geografía me ayuda a la hora de describir lugares, es mi lado más riguroso y científico.
Como especialista en geografía electoral, tendrá opinión sobre Catalunya. ¡Es complicado! Además, yo soy un poco corso, no quiero comparar Córcega con Catalunya pero comprendo el sentimiento...
Negación a un referéndum...
Siempre se dice que los ciudadanos piden más democracia. Bien, si es así, y lo es, deberíamos asu- mir que los ciudadanos hicieran un referéndum. Y decidieran. Pero en Catalunya, al final la democracia se ha vuelto enemigo. Están ustedes instalados en la esquizofrenia. No tengo la solución pero es evidente que deberíamos pensar que es legítimo pero si se otorga ese derecho a Catalunya se pueden abrir otras puertas...
Jamal, su protagonista, es un joven marroquí y musulmán. ¿Es, en la Francia de hoy, un plus para ser sospechoso? Sí, sí, yo quería mostrar un chivo expiatorio. Él tiene una discapacidad, es de origen musulmán, vive en un barrio marginal.
“En Catalunya la democracia se ha vuelto enemigo. Están ustedes instalados en la esquizofrenia” “Cuando estaba en plena novela surgió el caso Pistorius. Jamal se parece: seductor, deportista, prótesis...”
Dudosamente integrado. Yo quería que Jamal fuera sospechoso y normal a la vez, un joven seductor, deportista de alto nivel, prótesis, lo tiene todo... y no tiene nada. Cuando yo estaba en ello, surgió el caso Pistorius.
Hay cierto paralelismo entre Pistorius y Jamal.
Pistorius también tiene una sola pierna. Antes era un héroe, la gente al principio decía “no, no puede haber matado a su mujer” pero luego les entró la duda... “Es un tipo violento, un megalómano”. La mirada externa cambió.
Emma, la intérprete, nos confiesa que trató a Pistorius en una entrevista. ¿Y te pareció peligroso?, le cuestionamos los dos. “¡No, me pareció encantador!”, responde. Esa es la grandeza humana de glorias y miserias de la que tanto se aprovecha el género negro...
Desde el atentado en París ¿diría que el ciudadano ha cambiado sus rutinas diarias? Bueno, somos una sociedad mezclada, seguimos compartiendo el metro con gentes de todos los orígenes. Hay una desconfianza general. Por la noche o en la puerta de embarque de cualquier sitio se te ocurre pensar cosas terribles que antes no estaban en tu cabeza... Pero no hay racismo visceral.
Le gusta despistar al lector, siempre nos lleva por caminos equivocados... Eso lo busco, me niego al sistema tradicional de novela negra: asesinato en serie, resolvemos el primer asesinato, luego el segundo... ¡no, no! ¡Qué aburrimiento! Prefiero tener un péndulo suspendido hasta la última página. Le gusta volvernos locos. Sí, dar vuelcos, giros, sacudir al lector es gozoso.
Contaba John Connolly: “La violencia más terrible que he leído en los últimos años salía de manos de escritoras...”. Estoy de acuerdo. Bernard Minier, por ejemplo, que trata el thriller de modo maravilloso, lo hace casi cómicamente: el espantapájaros, el vampiro, casi que no te lo crees... En cambio, las mujeres que escriben novela negra suelen ser mucho más duras desde una perspectiva psicológica con las propias mujeres.
¿Más retorcidas?
Por supuesto. En mis novelas, mis
mujeres son fuertes, decididas, pero poca veces son malas, malas... les doy espacio para el sentimiento. Hay cosas que sólo pueden decir ellas sobre ellas. ¡Si lo hiciéramos nosotros nos matarían! La chica del tren, por ejemplo. En este libro las mujeres están muy maltratadas.
La televisión francesa también ha adoptado el formato de serie negra. ¿Por qué no quiere usted crear un comisario que le dé rendimientos eternos? Se miran mucho, allí, sí. A mí no me gustan nada esas series. El comisario que reaparece no permite mucha originalidad.
Morgane, su personaje, es estudiante de Rouen. ¿Son así sus alumnas? ¿Bufanda Burberry y preocupación política? No, ellas no se pasean con Burberry y yo tampoco, ya lo ve. Pero sí que les preocupa la política, cierto compromiso. Quieren claves para entender tanta desgracia como dan los telediarios.
¿Llega un momento en que el autor de novela negra pierde la frontera entre el bien y el mal? Los escritores de novela negra solemos ser gente bastante amable, ingenua, que incluso en un monstruo o alguien que realiza cosas atroces es capaz de ver algo de luz... Gente capaz de ver algo de bueno en casi todo.
Probablemente juzgan menos. El peligro es la tibieza.
Sin duda. Pero cuando escribes es muy difícil situarte en un juicio moral permanente. No funciona. Tienes que meterte en la piel de un asesino e intentar entender por qué hace lo que hace.
Jamal distribuye una tarjeta “para ligar” a mujeres con las que se cruza. ¿Conoce a alguien que utilice ese sistema? La idea es que la chica no se sienta ofendida, que pueda escoger. Algo así como “me cruzo cada día con mujeres muy guapas pero he decidido dar esta tarjeta sólo a una que tenga algo especial. Tal vez usted tenga marido: entonces siga con su vida. Pero tal vez no tenga compromiso o su pareja no funcione: entonces deme una oportunidad...”. Es una técnica.
¿La crisis de los cincuenta?
Al revés: ¡mis amigos me dicen que ya están cansados de trabajar, y yo estoy encantado! El éxito verdadero me llegó hace cuatro años. Tengo mucho por escribir... ¡Y nunca me sentí tan joven! Incluye un homenaje a Vértigo. Adora Hitchcock. Mi público es más de mujeres, de todas las edades. Y creo que el de Hitchcock también.