El rey de la comedia que aspira al Oscar Brad Pitt vio en McKay al director ideal para abordar con un toque de humor la crisis financiera del 2008
MAESTRO EN HACER REÍR A LA AUDIENCIA, MCKAY SE ESTRENA EN UN REGISTRO DIFERENTE, MITAD COMEDIA MITAD DRAMA, QUE LE PUEDE DAR EL OSCAR A LA MEJOR PELÍCULA PARA ‘LA GRAN APUESTA’ po completo. Luego siguieron
Mucho antes de recibir una nominación al Oscar a mejor director por La gran apuesta, Adam McKay era una persona exitosa. Surgido de las entrañas de Saturday Night Live, el emblemático programa humorístico que se transmite cada sábado en directo desde el corazón de Manhattan, y en el que han comenzado muchos de los mejores comediantes norteamericanos, el nativo de Filadelfia supo construirse una carrera que le convirtió en uno de los realizadores más solicitados y mejor pagados de la industria del cine, siempre y cuando se tratara de hacer reír a la audiencia.
McKay fue uno de los fundadores de Upright Citizen Brigade, un grupo humorístico de Chicago del que también surgió Amy Poehler. Y comenzó a tocar el cielo cuando escribió junto a su colega de SNL Will Ferrell El reportero: la leyenda de Ron Burgundy, que también dirigió, con un éxito de taquilla que le transformó en director de cine a tiem- Pasado de vueltas, Hermanos por pelotas, Los otros dos y Los amos de la noticia, todas con suficiente respuesta del público como para no tener que exigirse demasiado.
Dueño de la productora Gary Sanchez con Ferrell, con quien también realizó la serie de inter- net Funny or Die, McKay disfrutaba de un lugar de privilegio en la comedia hollywoodiense comparable al de Adam Sandler o Judd Apatow, un ámbito en el que todo pasaba por escribir chistes y luego irse a rodar con un grupo de buenos amigos, que además de Ferrell incluía a Steve Carell, Paul Rudd, Seth Rogen y John C. Reilly, rodajes en los que participaba como actor, un sueño frustrado de juventud, aunque siempre en papeles secundarios.
Una invitación de Marvel para que escribiera el guión de Ant Man a sugerencia de Rudd le dio una dosis de poder que sirvió para empezar a cambiar las cosas: “Mi agente me preguntó qué me gustaría hacer si pudiese elegir lo que quisiera, y yo solté La gran apuesta, recuerda hoy McKay, y agrega: “Siempre fui una persona muy interesada en la política, y de pronto me di cuenta que el 80% de la política es economía. Cuando te pones a leer sobre esos temas llegas muy rápidamente a Michael Lewis y así fue como una noche me puse a leer el libro en el que se basa esta película, y me obsesioné con él. Me imaginé que otra persona iba a adaptar el libro al cine, porque después de todo yo soy un hombre de comedia. Estaba seguro que nunca me lo iban a proponer”.
Sin embargo, Brad Pitt había adquirido los derechos del libro de Lewis para su compañía Plan B, y vio en McKay al candidato perfecto para darle un toque de humor a un tema tan complejo como las manipulaciones financieras de Wall Street antes del gran colapso inmobiliario del 2008. Adam no desperdició la oportunidad, y logró encontrar un equilibro preciso entre drama y comedia en el que incluso hubo lugar para que Carell brillara en uno de los papeles protagonistas, quizás porque aunque su labor humorística fue la que le hizo fa- moso, su experiencia es verdaderamente vasta: “La gente que me conoce no se sorprendió de que yo pudiera hacer una película como La gran apuesta. He escrito para The Huffington Post, también para un programa televisivo de Michael Moore años atrás e hice mucho teatro en Chicago con elementos políticos antes de entrar en la televisión”, señala.
Según McKay, el éxito de su último film responde a un trabajo muy planificado, en el que quiso contar numerosas historias sin confundir a la audiencia: “Siempre supimos que era una película con un gran elenco y que iba a haber diferentes personalidades y cambios tonales. Desde un principio decidí que cada personaje iba a ser un arquetipo. El de Christian Bale era el oráculo, el hombre que maneja puras matemáticas. El personaje de Carell es un poco el héroe tradicional de Jason y los argonautas con su enojo, y luego está Brad Pitt que es Clint Eastwood, el viejo pistolero que vuelve a tomar las armas”, describe.
Más allá de cómo le vaya en los Oscar, donde podría llegar a ganar la estatuilla a la mejor película, seguramente se le abrirán todas las puertas, algo que ya ha puesto a McKay a frotarse las manos: “Me encantan las películas. Me encantaría hacer algún día una de terror. Y por qué no una gran superproducción de acción, o un film independiente...”.
“Me gustaría hacer una película de terror y por qué no una superproducción de acción”, plantea