La Vanguardia

La mejor recepcioni­sta de hotel del mundo

ESTA JOVEN MADRILEÑA ACABA DE GANAR EN VIENA EL CERTAMEN MUNDIAL DE RECEPCIONI­STAS COMPITIEND­O CON COLEGAS DE LOS HOTELES MÁS EMBLEMÁTIC­OS DEL PLANETA. SU SECRETO: EMPATÍA, CARISMA, DULZURA Y SERENIDAD

- ASIER MARTIARENA Madrid

Una pareja le pidió que despejara el paseo de la Castellana para grabar el vídeo de la boda y lo consiguió

“Hay que tirar de imaginació­n por caprichoso, excéntrico o imposible que sea el sueño del cliente”

Madrileña, pero con raíces segovianas, estudió Turismo y trabajó en Londres de camarera antes de aprender durante cuatro años el oficio de recepcioni­sta en el hotel Cumberland. De allí regresó a España, porque así se lo dictó su corazón, y al poco tiempo entró a formar parte del hotel Villa Magna. Un 5 estrellas gran lujo, situado a los pies del paseo de la Castellana de Madrid, donde ha depurado sus conocimien­tos hasta alcanzar la cima conquistan­do el concurso de mejor recepcioni­sta de hotel del mundo. Y todo eso con apenas 27 años. Sofía Barroso recibe a La Van

guardia en el lobby del Villa Magna, su territorio. Y tan pronto se realizan las presentaci­ones saca a relucir las caracterís­ticas que requieren tal distinción y que ella misma enumera: “Empatía, carisma, dulzura, serenidad…” y mano de hierro con guante de seda. No en vano ha resultado vencedora del premio superando a 15 finalistas de hoteles tan emblemátic­os como el Burj al Arab de Dubai o el Raffles de Singapur. La fase final se desarrolló en Viena y allí tuvo que responder a cuestiones prácticas, como rebatir una crítica negativa en Tripadviso­r, para después participar en un par de situacione­s simuladas por actores que incluyeron un huésped enfadado y un cliente habitual con una reserva errónea estando el hotel completo.

Asegura desconocer el secreto que le ha llevado al éxito porque, en la práctica, no hay una fórmula única. “Más allá de las preguntas estándar del check-in, todo lo demás es diferente y personaliz­ado. Es un gran error querer tratar a todos los huéspedes por igual. Una vez que reciben la llave de su habitación empieza un vínculo de confianza durante toda su estancia y hay que saber escuchar, descubrir sus necesidade­s. En definitiva, ponerse en su lugar”.

Así, además de la ayuda que le ofrece la imponente carta de servicios del hotel, el trabajo de la mejor recepcioni­sta de hotel del mundo comienza días antes de la llegada del cliente: “Un correo electrónic­o es nuestra primera toma de contacto. Así podemos adelantarn­os a la llegada de su vuelo, conocer sus necesidade­s, gestionar sus gustos y contentar todas sus peticiones durante la visita”.

Una catarata de recursos que permite pensar que la respuesta

nunca sale de su boca. “Desde luego intentamos no pronunciar- la”, admite con media sonrisa, para inmediatam­ente subrayar que “cuando el plan no puede ejecutarse como quiere el huésped hay que tirar de imaginació­n por caprichoso, excéntrico o imposible que parezca su sueño. Para ti no deja de ser un día más de trabajo, con una media de 40 entradas diarias de nuevos visitantes. Pero para nuestros clientes no es una hoja más del calendario. Al contrario, de hecho en sus agendas estas fechas están marcadas en rojo y hay que convertirl­as en un sueño”.

Y así ocurrió hace unos años cuando un cliente vip solicitó entradas para un recital que Plácido Domingo daba ese mismo día en el Palacio Real de la capital. Que no quedaran localidade­s a la venta no frenó al equipo del Villa Magna que obró el milagro. El huésped y sus acompañant­es asistieron al concierto, pero desde una ubicación muy especial. “De pie, dentro del coro y pertrechad­os con los sayos y túnicas que requerían la teatraliza­ción de la obra. La experienci­a fue única”, reconoce Barroso con cierto orgullo.

Lo mismo sucedió con unos novios que desearon utilizar el paseo de la Castellana como plató de grabación de su vídeo de boda. “No pudimos despejar totalmente la zona pero sí lo suficiente y la pareja quedó encantada”, se limita a reconocer la madrileña para quien la confidenci­alidad y el anonimato de sus clientes son acuerdos contraídos que jamás violará. Así que uno se queda con las ganas de conocer la exclusiva lista de contactos que maneja en su agenda de teléfono y que le permiten ejercer de genio de Aladdin.

Sin embargo las situacione­s no siempre son tan… terrenales. “Una vez una huésped me pidió que le cambiara de habitación porque notaba presencias paranormal­es. Me cercioré de que allí nunca había ocurrido ningún episodio extraño, pero mis explicacio­nes, por ciertas que fueran, no la convencier­on así que la única opción que quedaba pasaba por realojarla en una estancia similar y con buenas vibracione­s”, recuerda Barroso.

El estatus de excelencia en donde le ha colocado el premio no le asusta: “Puede que a partir de ahora siempre se espere de mí que lo haga bien, pero al final todos cometemos errores. Así que no creo que tenga mayor presión. Somos humanos y no tenemos siempre un día igual al otro. Lo mismo ocurre en la recepción”.

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DANI DUCH Sofía Barroso en el hotel Villa Magna de Madrid, donde trabaja

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