El trino pierde fuerza
Twitter deja de atraer a nuevos usuarios mientras que otras redes sociales pelean por la tarta del mercado publicitario en internet
Twitter se estanca en los 320 millones de usuarios y no consigue ganar más peso.
Después de tomar el vuelo, el pajarito azul más célebre de internet intenta permanecer en las alturas, pero se ha quedado estancado. Twitter, la red social de microblogging adorada por periodistas y celebrities, ya no consigue ganar nuevos adeptos. Sus usuarios activos han dejado de crecer por primera vez en su corta historia, 10 años. Se mantienen en 320 millones. Una cifra importante, pero muy lejos de Facebook, que en cambio sigue aumentando su base de fans.
La falta de crecimiento está afectando a su capacidad para atraer a más dinero de la publicidad, es decir, su negocio principal. Sólo atrae el 9% del gasto publicitario en las redes sociales. En los últimos doce meses sus acciones han caído un 68%.
El cuarto trimestre, las pérdidas fueron de más de 90 millones de dólares. La facturación alcanza 710 millones de dólares, pero lleva dos años en declive. Si las cosas van bien, Twitter no conseguirá beneficios antes del 2019. Amil Dash, consejero delegado de la firma Think Up, recurría a una metáfora musical en The New York Times: “Twitter merece ser considerada más como Pearl Jam que como U2”.
Pero las tecnológicas en su conjunto desafinan. Los títulos del sector llevan meses de capa caída en la bolsa. Desde sus máximos de los últimos doce meses, todas presentan grandes retrocesos: desde portales y redes sociales (Linkedin -63%, Yahoo -41%, Google -13%, Facebook -12%) hasta firmas de comercio electrónico (Neteflix -34%; Amazon -27%, Alibaba -36%).
Es cierto que las razones en cada caso pueden llegar a ser dife- rentes, pero el recuerdo del anterior crash del Nasdaq a principios de siglo es todavía muy vivo. Escribía entonces La Vanguardia en octubre del 2000: “El período de bonanza de los títulos ligados a a internet podría haber llegado a su fin (...) La crisis tiene su origen en que los inversores especulan más sobre el crecimiento de las ventas que sobre el volumen real de los beneficios”. Suena familiar.
Carlos Blanco, emprendedor del sector de la tecnología y fundador de la plataforma First Tuesday en España cree que desde la última burbuja muchas cosas han cambiado. “Lo que ocurre es que ahora estas empresas siguen un ciclo más parecido al de un negocio tradicional: es normal que se tarde un tiempo en conseguir ganancias”. “Hace quince años–añade–estas empresas no tenían ni base de clientes. No se facturaba. Todo eran expectativas. Hoy es diferente. Hay clientes dispuestos a pagar, lo que pasa es que el modelo de negocio no está claro”. Como en el caso de Twittter y otras firmas.
Según Blanco, el problema está en las valoraciones, que son excesivas. “Hay mucho dinero en el mercado, mucha liquidez. Tanto family offices y grandes fortunas están invirtiendo en start-up. Aquí está la burbuja”. Una preocupación que comparte la SEC, el órgano de vigilancia bursátil de EE.UU. “Los inversores se excitan después de leer un artículo o un blog e invierten de golpe su dinero. Seguro que hay promotores muy agresivos que se están aprovechando de la situación”.
El caso más discutible es el de los llamados Unicorns, compañías valoradas más de 1.000 millones de dólares que todavía no han podido saltar al parquet bursátil. Uber (51.000 millones), Airbnb (25.000 millones) o Snapchat (16.000 millones) presentan valoraciones muy elevadas. Pero, al no cotizar, sus resultados, además de inciertos, son todavía poco transparentes.
Aparentemente, Facebook está mejor posicionada, porque es la que está consiguiendo captar la mayor parte del negocio publicitario on line: es la red social más grande y por su página transitan dos tercios del comercio electrónico que se lleva a cabo en el móvil. Pero los adolescentes ya están tomando otros caminos: más de once millones de jóvenes estadounidenses han dejado Facebook en los últimos cuatro años. Optan por WhatsApp, iMessage o Snapchat. Por una burbuja que se desinfla, otra que se forma.
Estos días las tecnológicas despiertan inquietud en los mercados por sus altas valoraciones