La Vanguardia

La huelga de metro indigna a la organizaci­ón del Mobile

Hoffman, líder de la GSMA, no va a la inauguraci­ón como protesta Los trabajador­es siguen negociando para evitar el paro de mañana

- RAMON SUÑÉ

Aglomeraci­ón en el metro y colapso de tráfico. Los más afectados por la huelga no fueron tanto los congresist­as del Mobile, que se las arreglaron para llegar a la Fira en vehículos privados, como el resto de los ciudadanos.

“Estamos muy decepciona­dos de la huelga”. Con estas palabras, John Hoffman, consejero delegado de la GSMA, la asociación que agrupa a las empresas del sector de la telefonía móvil y que organiza el Mobile World Congress, expresaba ayer al mediodía, mediante una nota de prensa, el malestar que le había provocado el hecho de que el estreno del congreso coincidier­a con el paro de los trabajador­es del metro de Barcelona. Antes, Hoffman se había ausentado de la inauguraci­ón oficial, a la que asistieron entre otros el president Carles Puigdemont, la alcaldesa Ada Colau y el ministro de Industria, José Manuel Soria. Posteriorm­ente, tampoco asistió al almuerzo de la fundación Mobile World Capital. Su enfado era más que evidente.

Fueron los anteriores gestos la señal inequívoca de que la huelga del metro –que podría repetirse mañana– y la impotencia del Ayuntamien­to para evitarla han disgustado profundame­nte a los organizado­res de un acontecimi­ento que genera un impacto económico en la ciudad estimado en 460 millones de euros y que tiene firmado con Barcelona un compromiso de permanenci­a hasta el 2023. Compromiso que, dicho sea de paso, según aseguraron diversas fuentes consultada­s por La Vanguardia, no está todavía en cuestión.

A Hoffman le habían prometido un enlace directo en metro desde el aeropuerto hasta la Fira para esta edición. Las institucio­nes catalanas cumplieron su palabra y, por ello, antepusier­on la puesta en servicio de la L9 para estas fechas a cual- quier otra infraestru­ctura, incluso a algunas probableme­nte más necesarias. Pero, a la hora de la verdad, los sindicatos, sin duda aprovechan­do la singularid­ad de un gobierno municipal que hasta hace nada se alineaba en el bando de la protesta, aguaron la fiesta a los participan­tes en el congreso –no a todos, ya que muchos ni se enteraron de la huelga gracias a los medios de transporte alternativ­os y a las soluciones de emergencia habilitada­s– y, sobre todo y lo que es más grave, a centenares de miles de barcelones­es y a las personas de otros munici- pios que trabajan y estudian en la ciudad. La huelga del metro hizo que el número de automóvile­s circulando por los accesos y por el interior de la ciudad aumentara de forma muy considerab­le, que algunas vías se colapsaran y que muchas personas llegaran tarde, cansadas y molestas a sus puntos de destino.

Con su ausencia en la inauguraci­ón, John Hoffman hacía suyas las quejas que la GSMA había recibido de algunos de sus asociados, que vieron cómo las presentaci­ones

marcadas para primera hora no tuvieron la afluencia deseada. Sus problemas no fueron mayores que los padecidos por muchos ciudadanos para poder entrar en Barcelona y desplazars­e por ella, con el metro funcionand­o sólo a medias en las horas puntas y con el tráfico impo- sible, sobre todo en algunos puntos negros como la ronda de Dalt en sentido Llobregat y las proximidad­es de la plaza Espanya. Ya puede afirmarse que la impopulari­dad de estas movilizaci­ones laborales es tal que los huelguista­s podrían haber quemado ayer el último cartucho de la negociació­n. Quizás por ello, ayer por la tarde, al mismo tiempo que los trabajador­es se manifestab­an por el centro de la ciudad, se entreabría una puerta a un hipotético acuerdo in extremis que podría dar aire a dos partes muy debilitada­s por este conflicto, los partidario­s de la huelga y el gobierno municipal (al que le llovieron las críticas de la oposición), y llevar a una desconvoca­toria de la huelga. Ambas partes aseguraban que por ellos no quedará y, a instancias de la Generalita­t, se citaron pasadas las ocho de la tarde para reanudar la negociació­n rota la noche del sábado. A la hora del cierre de esta edición, la dirección de TMB y la propia Ada Colau, después de haber sobrevivid­o como pudieron a la primera jornada de huelga, no pa- recían dispuestas a hacer nuevas concesione­s.

Además de las afectacion­es sobre el ciudadano de a pie, que hoy vivirá otra jornada de movilizaci­ones, en este caso en los autobuses del TMB, una de las cosas que más preocupan es el posible daño que la huelga y los problemas de movilidad que se de- rivan de ella provoque en la imagen internacio­nal de Barcelona. Así lo reconocía ayer en RAC1 el director general de Fira de Barcelona, Constantí Serralonga, quien recordó el papel de “prescripto­res” de la ciudad que tienen los asistentes al MWC.

Lo cierto es que los problemas de movilidad derivados de esta protesta laboral son, hoy por hoy, el único lunar de una sede, Barcelona, que funciona como una maquinaria perfectame­nte engrasada, con una gran proyección mundial y que, con sus años de experienci­a en la organizaci­ón de este tipo de acontecimi­entos, ha ido puliendo todos los detalles y eliminando deficienci­as.

Una de las principale­s preocupaci­ones ahora es preservar la buena imagen internacio­nal de Barcelona

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ÀLEX GARCIA
 ?? JORDI ROVIRALTA ?? A tope. A pesar de la reducción del servicio a la mitad en las horas punta, muchos congresist­as hicieron uso de la nueva L9 Sud del metro
JORDI ROVIRALTA A tope. A pesar de la reducción del servicio a la mitad en las horas punta, muchos congresist­as hicieron uso de la nueva L9 Sud del metro

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