La Vanguardia

El Gran Centro o Barrabás

- Enric Juliana

El progresivo debilitami­ento del Partido Popular es la novedad más importante de la actual fase de interinida­d en España, mientras el PSOE sigue tejiendo la estrategia bendecida por Felipe González: búsqueda de un Gran Centro con Ciudadanos y simulación de apertura a la izquierda para colocar a Podemos ante una disyuntiva evangélica. “¿A quién queréis: al centro reformista o a Barrabás?”

(Las Sagradas Escrituras refieren que los judíos congregado­s ante la casa de Pilatos siguieron la consigna de los sacerdotes y de los ancianos y reclamaron a gritos al salteador Barrabás. Sobre este relato deicida empezó a construirs­e el prejuicio antijudío que tantos crímenes ha causado a lo largo de la historia).

El Partido Popular sigue siendo el principal sanedrín político de España, pero las investigac­iones judiciales en curso han detectado un alarmante número de barrabases en su interior. B. de Barrabás. Algunas estructura­s del PP han cometido verdaderas barrabasad­as y el relato de sus irregu- laridades está subiendo de tono. Las últimas detencione­s en Valencia fueron descritas por la prensa como “redada” y fuentes de la investigac­ión describen algunos de los métodos de financiaci­ón del PP valenciano como propios de una “organizaci­ón criminal”. Palabras mayores en tiempos de interinida­d política.

El PP prácticame­nte no ha vivido una semana de calma desde enero. La investigac­ión sobre un fraude en la empresa pública Acuamed hizo a caer el número dos de la vicepresid­encia del Gobierno. Las 24 detencione­s de Valencia acabaron de descalabra­r a la derecha valenciana, dejando a la exalcaldes­a Rita Barberá encerrada en su apartament­o y envuelta en un silencio inquietant­e. No se atreven a pedirle el acta de senadora. Las investigac­iones sobre el PP de Madrid se han llevado por delante a Esperanza Aguirre, que acaba de dimitir teatralmen­te antes de que las aguas del canal de Isabel II bajen más revueltas. Interinida­d dramática para el Partido Popular. El ministro Jorge Fernández Díaz insinuó ayer la inevitable teoría de la conspiraci­ón. “Es llamativo que los únicos casos que salgan en estos momentos tan sensibles sean los que afectan al PP. No es casualidad”. Es asombroso que esta afirmación la haga el ministro del Interior, al que se le supone el control de los cables ocultos.

¿Ha perdido el Gobierno en funciones el control de su tiempo político? ¿Ha perdido capacidad de anticipaci­ón? En tiempos de interinida­d, cuando las sombras difuminan el perímetro del poder ejecutivo, hay fragmentos del aparato del Estado que se sienten más autónomos. Cumplen con su deber, caiga quien caiga, y lo ponen de manifiesto para refrescar la legitimida­d de sus funciones, ante la eventualid­ad de un cambio. Eso es lo que segurament­e está pasando en España.

PSOE y Ciudadanos avanzaron ayer en la retórica del Gran Centro y en la mesa con las otras izquierdas hay más simulación que realidad. El momento Barrabás parece que se acerca.

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