Muere un humanista
La noticia de la muerte del profesor Umberto Eco nos despoja de uno de los intelectuales y polígrafos europeos más genuinos del siglo XX y XXI. Él estaría a la altura de un Erasmo de Rotterdam, Luis Vives, Montaigne, Pico Della Mirandola o de un Voltaire. Sus ensayos semióticos, su conocimiento exhaustivo del mundo medieval y del arte y sus deslumbrantes novelas nos cautivaron durante décadas de trabajo con una finura y erudición de sabio renacentista y orfebre de las ideas, la hermenéutica y las palabras. Aún recuerdo el placer que experimenté cuando fui desgranando su maravillosa novela El nombre de la rosa en un verano de los años ochenta.
Su compromiso con la alta cultura ha quedado impreso en su extensa obra. Ya no quedan, por desgracia, muchos hombres de letras como él en un mundo cada vez más veloz, banal, superficial y frívolo. Italia está de luto porque ha perdido a una edad provecta a uno de sus referentes intelectuales más conspicuos. A este dolor y tristeza nos unimos millones de personas de todo el mundo que hemos aprendido mucho con sus libros, cuyas ideas y mensajes nos han enriquecido y mejorado como seres humanos. Sit tibi terra levis, Umberto. Descansa en paz. No te olvidaremos porque nos has dejado lo mejor de ti: tu inteligencia viva y fresca en constante ebullición. Tu eco pervivirá en nuestra memoria para siempre. AGUSTÍN ARROYO CARRO Madrid