Rompecabezas de Castanyer
Antes de la llegada del sudoku, el rompecabezas era la metáfora preferida de los comentaristas políticos para definir situaciones como la actual en las Cortes españolas. Este febrero el Museu del Joguet de Figueres ha inaugurado una interesante exposición de rompecabezas, a partir de la colección que el ingeniero industrial Francesc Castanyer Figueras donó al museo hace 18 años, cuando con 82 años le pareció que ya era demasiado mayor para mantenerla. La colección Castanyer contiene una gran variedad de rompecabezas. Los hay de corte clásico, con un buen número de piezas de cartón que descuartizan una imagen previamente estampada. Pero también los hay como el tangram, el antiguo rompecabezas chino que se compone de siete formas geométricas: un cuadrado, cinco triángulos y un romboide. También el pentómino es una figura geométrica plana formada por cinco cuadrados unidos por los lados. Si pasamos a la tercera dimensión, topamos con el policubo Soma, un rompecabezas geométrico de siete piezas formadas con cubos que deberemos unir para poder crear un cubo mayor, de aspecto apedazado, que remite al famoso cubo de Rubik, también presente. Las familias son muy diversas: las de los juegos de cerillas, los rompecabezas numéricos, los de cuerdas y nudos que se manipulan con las manos, los laberintos con bolas, los dominós o los enigmas lingüísticos.
Algunos de los rompecabezas que Castanyer atesoró entran de lleno en la categoría de juegos matemáticos. Por ejemplo, las torres de Hanói (o de Brahma), que consisten en tres varillas verticales y un número indeterminado de discos de medidas diferentes que están colocadas de mayor a menor en la varilla central. Aquí se trata de pasar todos los discos a la tercera varilla teniendo en cuenta que sólo se puede cambiar un disco por vez y que no podemos tener nunca un disco pequeño bajo otro mayor. Una de las familias de rompecabezas más estresantes es la de los objetos multiformes que contienen anillas, cuerdas, piezas de madera y bolas. El objetivo es conseguir separar dos elementos entrelazados y, posteriormente, volverlos a unir. Reconozco que nunca conseguí resolver un rompecabezas de madera sin cortar con unas tijeras de podar los absurdos cordeles que la aprietan. Francesc Castanyer Figueras ha sido siempre un hombre inquieto. Le conocí hace décadas entre los aficionados a los palíndromos del Semagames. Ahora que en Figueres vuelven a exponer su magnífica colección me entero de que el jueves cumplió cien años. Lo único que le debía doler es dejar de tener una edad capicúa (99), un problema menor que enmendará dentro de un año, cuando cumpla 101.
Nunca en la vida conseguí resolver un rompecabezas de madera sin cortar con unas tijeras de podar los cordeles que lo aprietan