¿Una forma diferente de gestionar el clima?
Hace dos meses que acabó la cumbre del clima de París y todavía se plantea la duda sobre si lo que se alcanzó es tan relevante. Intuitivamente vemos que algo está pasando: estamos viviendo un invierno singularmente seco y poco frío, cada año se alcanzan máximos de la temperatura y el fenómeno del Niño pone de relieve la vulnerabilidad de la naturaleza y de la sociedad a los cambios ambientales.
La política no parece haber respondido de forma lo bastante adecuada a estos retos. Pese a las evidencias tan claras de que los cambios se están produciendo, el protocolo de Kioto ha resultado papel mojado y no ha conseguido detener, ni siquiera reducir, el aumento de la concentración de gases en la atmósfera y ahora el enorme potencial en crecimiento y desarrollo de muchos países, ciertamente positivo, dibuja un futuro complicado para las emisiones a la atmósfera.
El Panel de Expertos en Cambio Climático advierte en su último informe que si extrapola la tendencia actual de las emisiones a finales del siglo XXI el aumento de la temperatura puede situarse bien por encima de los 5ºC, lo cual produciría efectos negativos muy importantes. El reto es enorme: cómo mante- ner e incrementar el desarrollo económico y social en el mundo y, a la vez, que el cambio climático no ponga en peligro la naturaleza y las actividades humanas imprescindibles para la vida. El acuerdo de París dibuja un camino para resolverlo: actuar para hacer que la temperatura se mantenga bien por debajo de los 2ºC, los países comuniquen sus objetivos voluntarios de emisiones comprometiéndose a revisarlos cada cinco años y se establece un mecanismo transparente de evaluaciones de los resultados. Quedan muchos aspectos que concretar, como los mecanismos financieros para los países que tienen más problemas para actuar o cómo se compensan los daños que los cambios del clima ya causan ahora, y qué hacer si los objetivos no se cumplen, pero el camino está definido, es nuevo y parece acertado y plausible.
Catalunya en este contexto actúa en consonancia con el acuerdo de París: se hace un seguimiento de lo que está pasando territorial y sectorialmente, se han aprobado los compromisos de reducciones de emisiones para el 2030 y el Parlament debatirá y esperamos que apruebe el proyecto de ley de cambio climático, que tiene que permitir actuar de forma coordinada, dotarse de herramientas para incidir y promover estrategias de adaptación a los cambios.