¡Europa!
Cameron se ha salido con la suya o algunos líderes europeos se han aprovechado de sus exigencias para resolver cuestiones que ellos por sí solos no se atrevían a afrontar? ¡Esta es la cuestión! De hecho, el debate sobre la posible salida del Reino Unido de la UE se centra en el problema de la inmigración y, ahora más recientemente, en el de los refugiados. Y esta es una cuestión que afecta no sólo a Inglaterra, sino a toda Europa, a todos y cada uno de los estados miembros de la Unión.
Todos ellos padecen el mismo problema, seguramente desde vertientes diferentes. Para unos, esta cuestión alimenta las pasiones xenófobas de los radicales de extrema derecha y algunos populistas de filiación diversa; para otros, viven en su propio territorio el drama diario de los refugiados, cuyo tratamiento digno y adecuado comporta costes que Europa se resiste a atender solidariamente. Para unos y otros, las condiciones de Cameron eran difíciles de aceptar, pero se avanzaban en su formulación a deseos inconfesos de algunos líderes europeos. Para estos, Gran Bretaña no ha sido un problema, ha sido simplemente una excusa.
La pasión europeísta de los británicos ha sido desde el inicio muy descriptible. La filosofía del cheque británico no era un capricho de Margaret Thatcher, sino la expresión de una mentalidad distante y poco solidaria de los británicos en el proceso de la construc- ción europea. Inmigración y refugiados son nuevos pretextos de una vieja reticencia. Y la UE, debilitada por la crisis, se siente débil ante el posicionamiento británico, rechazando una actitud más coherente y decidida.
Europa ha de tirar del orgullo propio; del orgullo de lo que ha hecho, de por qué lo ha hecho y de lo que representa en el mundo. La crisis ha originado una carrera de desconciertos; una política insensible de excesiva austeridad mal dirigida, nada explicada y fríamente aplicada ha provocado un distan-
Con el Reino Unido dentro o fuera, Europa deberá afrontar con valentía sus propios problemas
ciamiento de mucha gente en relación con la idea de Europa. Pero los errores no pueden poner en cuestión la necesidad de Europa y la conveniencia de fortalecerla políticamente. Y el acuerdo regalado a Gran Bretaña no va por el buen camino. ¡Ojalá que sirva! Pero todo hace pensar que el debate seguirá vivo y que, con el Reino Unido dentro o fuera, Europa deberá afrontar con valentía sus propios problemas.
¿ Brexit o no? ¡Europa!