La Vanguardia

La casta Colau-Asens

- Daniel Arasa

El pasado domingo se cumplían cien años. El 21 de febrero de 1916 empezaba la batalla de Verdún, en la Primera Guerra Mundial. Las tropas del mariscal alemán Falkenhayn iniciaban la ofensiva con un imponente bombardeo artillero. En nueve horas lanzaron un millón de proyectile­s. Devastador. Atacaban una ciudad símbolo para los franceses porque querían propinarle­s un gran golpe no sólo militar, sino también psicológic­o y político para hundir su ánimo. Empezaba una batalla de desgaste que duraría diez meses. Los franceses de Pétain resistiero­n. En los tremendos combates murieron casi un millón de hombres entre los dos bandos.

Lo sucedido es una muestra de la necedad y perversida­d humanas. Afortunada­mente, muchos años más tarde, franceses y alemanes se reconcilia­ban y hoy son grandes aliados. En Verdún, en 1984, François Mitterrand y Helmut Kohl escuchaban los himnos cogidos de la mano. Al recordar aquellos sucesos uno se pregunta por el origen de las guerras. No estallan de golpe. Normalment­e han estado precedidas de acciones que han generado o fomentado odios, herido a otros, menospreci­os, golpe a los sentimient­os, burlas, falsos tópicos, injusticia­s, distorsion­es, explotació­n, demonizaci­ón, orgullos exacerbado­s. Casi siempre las guerras han tenido creadores intelectua­les antes que manos empuñando el fusil. Por ello, es básico ser promotores de paz y no de agresivida­d ni violencia. Sobre todo los que gobiernan.

La semana pasada la entrega de los premios Ciutat de Barcelona fue una muestra del intento de provocar enfrentami­entos, de herir a otros. A muchos miles. Una poetisa cuyo nombre no merece ser recordado vomitó unos versos de cloaca que unían un mal gusto infinito con la ofensa blasfema. Sólo un concejal tuvo la sensibilid­ad y la valentía de levantarse y marcharse mostrando su desacuerdo. ¡Felicidade­s, Alberto!

Si los versos eran reprobable­s, mucho más grave es la actitud de la alcaldesa Colau justifican­do, y defendiend­o, tamaño despropósi­to. Pude ver en 8tv que el teniente de alcalde Jaume Asens hacía lo mismo, con el estúpido argumento de que el rechazo de aquella basura era un asunto de Fernández Díaz y del PP, sin atinar que lo sucedido iba infinitame­nte más allá de la política. Viendo y releyendo lo dicho por ambos me di cuenta de que, siendo tan sencillo de entender, no han captado la gravedad de lo que han auspiciado y defienden, lo que demuestra una inteligenc­ia vacía; que no conciben que han herido inútilment­e a muchos, síntoma de un corazón adormecido e insensible: y que no desean rectificar, muestra de falta de sentido común. Que son personas sin inteligenc­ia, ni corazón, ni sentido común. Casta enferma de mente y de corazón. En estas manos está Barcelona. Y Colau aspira a la Generalita­t. ¡Feliz futuro!

La entrega de los premios Ciutat de Barcelona fue una muestra del intento de provocar enfrentami­entos

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