El ojo de Francesc Macià
Ayer el mapa del tráfico de TV3, que ilustra la fluidez de los accesos a Barcelona, acumulaba líneas rojas en señal de colapso. La coincidencia de la huelga de metro con la llegada de cien mil congresistas creó una situación paradójica: los congresistas tenían pocos problemas para llegar al trabajo, mientras que el resto de la población sufría un coma circulatorio de tres pares de testículos. 8tv conecta cada mañana con la cámara fija instalada por el Grupo Godó y que retrata la plaza Francesc Macià mientras suena el programa El món a RAC1. Como en los tiempos del acuario de BTV o de los túneles del metro de Berlín, la plaza Macià se convierte en recurso hipnótico. Asistimos a adelantamientos temerarios, a dudas de conducción, vemos una extensión vegetal depresiva y controlamos los vehículos mal aparcados en situación de espera. La calidad de la imagen no es de alta definición, pero permite intuir la presencia fugaz de los ciclistas, sombras ajenas a la lógica de los semáforos y con su propio código de conducta. Coincidiendo con el peor momento del colapso, en la plaza se detectaba más tráfico de entrada desde la Diagonal y la presencia, inusual, de muchos autocares, pero aún era posible circular.
AMOR TREINTAÑERO. Netflix ha estrenado Love, una serie avalada por el prestigio de Judd Apatow. Son diez capítulos que se amparan en la etiqueta, cada vez más insustancial, de comedia romántica. En realidad, la serie propone la enésima revisión de los problemas sexuales y existenciales de un grupo de treintañeros de personalidad inestable o insólita. En este caso, el aliciente radica en no pretender imponer ningún dinamismo postizo y en apostar por una historia que, en la práctica, es más una novela de diez horas que una concatenación de cuentos conclusivos. A diferencia de otras series de este género, los protagonistas no tienen problemas profesionales y el contraste entre la personalidad del chico (vagamente freak) y la chica (explícitamente adicta a la mala vida) es el principal pilar del argumento. Como suele ocurrir con las películas de Apatow, el resultado es agridulce. Nunca sabes si acierta cuando intenta ser tierno desde la acidez o cuándo pretende ser ácido desde la ternura. El acierto más evidente, no obstante, se concentra en los pequeños detalles, en las ideas complementarias y en el retrato de una ciudad de Los Ángeles neurasténica, posesiva y atractiva.
MARTA GENÉ I CAMPS. Uno de los vicios comunes de los espectadores cuando ven series extranjeras: buscar en los títulos de crédito algún apellido catalán. Es un pasatiempos inofensivo que, de vez en cuando, tiene premio. Viendo el sexto capítulo de Shades of Blue, la serie policial producida e interpretada por Jennifer López, veo que la historia ha sido escrita por Marta Gené i Camps. Los apellidos son inequívocos y descubro que Gené ya había trabajado para la serie Pan Am y que es una premiada escritora de literatura juvenil e infantil. Ahora se pone al servicio de una de estas series que nunca ganarán grandes premios pero que tienen el encanto de una factura clásica y la ventaja de que ningún seriéfilo compulsivo te esté dando la tabarra para comentarla.
Nunca sabes si Apatow acierta cuando intenta ser tierno desde la acidez o cuándo pretende ser ácido desde la ternura