Picasso se pone románico
Morales, Luïsa Vidal, Ismael Smith, Ramon Casas, Marianne Breslauer y la colección Gallardo, protagonistas de la temporada
Cuando poco antes de su inauguración oficial, en el año 1934, Picasso visitó las salas de románico del flamante Museo de Arte de Catalunya acompañado de Joaquim Folch i Torres, el pintor exclamó: “Esto es lo mío”. Tenía 53 años, pero aquellas pinturas, que le parecían tan modernas, le habían interesado desde la juventud, especialmente desde que en 1906 visitara el pueblo de Gósol, cuya imagen de la Virgen conserva el MNAC. Casi un siglo después, el mayor museo catalán lo ha invitado a reencontrarse con aquella talla procedente de la iglesia de Santa Maria del Castell y los frescos de la iglesia de Sant Climent de Taüll que tanto le impactaron entonces. Picasso se instalará en las salas del románico a partir del mes del noviembre con 40 obras procedentes del museo de París para una exposición que, sin duda marcará el otoño artístico de la ciudad, no sólo por la relevancia del invitado sino también por la audacia de una exposición que trata de explorar un tema nunca bien estudiado, como es la relación conceptual del malagueño con el arte románico, al que volverá una y otra vez a lo largo de su trayectoria.
La muestra, que tendrá como comisarios al conservador jefe del MNAC, Juan José Lahuerta, y a Emilia Philippot, del museo parisino, aparece sobre el papel como el plato fuerte de la actual temporada. Será también la que ponga final a un programa que, a grandes rasgos, resigue todas las líneas de interés puestas de manifiesto en los últimos años. El MNAC volverá a colaborar con los grandes museos españoles, en este caso el Museo del Prado y el Bellas Artes de Bilbao, en la re- trospectiva dedicada a Luis de Morales, apodado el Divino, uno de los pintores menos conocidos por el gran público, pese a estar considerado uno de los grandes del Renacimiento español y del que el museo catalán posee dos obras. La muestra estará en cartel del 16 de junio al 25 de septiembre.
El próximo mes de marzo se presentará un conjunto de 20 obras, de los siglos XII al XVI, donadas por Antonio Gallardo Ballart, que el director del MNAC considera de gran relevancia tanto por lo que significan de enriquecimiento de las colecciones medievales –también hay una pieza del Renacimiento– como por la forma en que se ha materializado el propio legado.
Dentro de la estrategia de recuperar olvidados del relato oficial del arte catalán, en septiembre reivindicará la figura de Lluïsa Vidal, pintora, dibujante e ilustradora modernista que, pese a la categoría excepcional de su obra, equiparable a la de sus compañeros de aventura, cayó en el olvido. Seguramente por su condición de mujer. Otro gran olvidado, Ismael Smith, artista provocador que acabaría pagando el precio de la marginación, será también reivindicado con una exposición comisariada por Josep Casamartina, en noviembre.
Finalmente, coincidiendo con el año Casas, que tendrá su centro neurálgico en Sitges con una exposición producida por el MNAC, el Palau Nacional le dedicará una espacio dentro del recorrido de su colección con obra gráfica inédita y un grupo de sombras chinas dibujadas por el pintor. Y todavía con fecha por determinar, antes de que finalice el año dará a conocer a la fotógrafa alemana Marianne Breslauer.