La ley seca
En diez años, Messi nunca ha podido batir a Cech, el gigante con casco que se entrena con pelotas de tenis para mejorar
EL PRAGMATISMO DEL PORTERO “Si Messi marca un ‘hat trick’ pero el Arsenal pasa a cuartos, no me importará”, dice el checo
ZURDO CONTRA ZURDO Al diez del Barça le gusta colocar sus chuts, pero eso se complica ante los 197 centímetros del portero
La ley seca duró en Estados Unidos trece años, desde 1920 a 1933, en los que estuvo prohibida la venta de alcohol. Ayer se cumplieron diez años de la primera vez que Leo Messi y Petr Cech estuvieron cara a cara. Fue la noche de la expulsión de Del Horno, cuando el argentino desquició a Mourinho. El día del “teatro del bueno”. En esta década sus destinos se han cruzado hasta seis veces. Y esos enfrentamientos son los odiosos seis para Messi porque, aunque el Barça acabó pasando eliminatoria en el 2006 y el 2009 (para levantar la Champions), en 475 minutos ha sido incapaz de marcarle un gol a Cech.
Al checo le llaman en su país Pan Dokonaly, por el título de una película que vendría a traducirse por “señor perfecto”. En Inglaterra le pusieron de apodo Impossible Man, porque sus paradas desafían la lógica. A Messi se le define como sobrenatural y extraterrestre. Pero si alguien ha demostrado que es humano es Cech, el portero del casco, que a sus 33 años, se entrena con pelotas de tenis para mejorar sus estiradas.
El escenario de hoy es inédito para sus duelos. Tres fueron en Stamford Bridge y otros tres en el Camp Nou, ya que no se han medido con sus selecciones. Pero desde el verano, el portero ha cambiado de estadio sin mudarse de casa, porque sigue viviendo y jugando en Londres, pero ahora para el Arsenal. Abramóvich, propietario del Chelsea, aceptó reforzar a un rival directo sólo porque era Cech, el hombre que dio a los blues la Champions del 2012. No en vano, frenó a Messi y al Barça en las semifinales y en la final paró tres penaltis, uno a Robben en el tiempo añadido y dos, a Olic y Schweinsteiger, en la tanda. Con él, los gunners han mejorado en defensa hasta dejar la portería a cero en 17 de los 33 partidos que ha jugado Cech.
El secreto de Messi que los porteros que lo sufren más destacan es la colocación de sus disparos. Leo tiene un repertorio de definiciones inagotable, pero lo que desarbola a sus rivales es que ajusta milimétricamente el balón. Sus parábolas van pegadas a los postes y a las esquinas, ya sea a la escuadra o a la base, donde más daño hace. En las semifinales del año pasado se inventó una vaselina ante Neuer y este curso ha clavado faltas contra el Sevilla (2), Espanyol y Celta en la que el balón entra enganchado a la madera, en dos de ellas incluso la besaron antes de entrar.
El problema con Cech es que el cuerpo del meta checo es kilométrico. Cech es un gigante que mide 1,97 metros y su envergadura cuando estira los brazos es superior a la habitual. Es decir, que para superarlo hay que apuntar mejor. Y claro, al apurar tanto se puede encontrar con el larguero. Como le sucedió a Leo en el penalti clave de las semifinales de 2012 contra el Chelsea que pudo colocar al Barça en la final. Messi vio a Cech tan grande que quiso lanzar donde seguro no alcanzaría el checo y se pasó de altura. Para añadirle dificultad, el meta de Pilsen es zurdo, como Messi, un cambio de esquema similar al que se enfrenta Nadal cuando se mide a Verdasco.
“Espero que esa racha dé mucha confianza a Petr y acompleje a Messi para que la historia juegue con nosotros y en su contra”, desea Wenger. “No me importará si Messi marca un hat trick pero es el Arsenal el que avanza”, concede el propio Cech, que sabe que las estadísticas están para romperse y Leo aún no ha marcado de jugada –sólo de penalti en el campo del City– en diez eliminatorias en Inglaterra. La ley seca ya dura diez años.