La Vanguardia

Colau quiere menos hoteles en el centro

El gobierno quiere que no se abran nuevos negocios en Ciutat Vella, Eixample y Gràcia, y congelar toda la oferta de apartament­os

- LUIS BENVENUTY Barcelona

El Ayuntamien­to pretende frenar la apertura de nuevos alojamient­os turísticos en los distritos donde ya se aglutina más de la mitad de las plazas de la ciudad, es decir, en Ciutat Vella, Eixample y Gràcia. Se trata de una de las medidas más importante­s que el gobierno que dirige Ada Colau tratará de sacar adelante con su Plan Especial de Regulación de Alojamient­os Turísticos. De este modo, si un hotel, un hostal, una pensión o un albergue de estos distritos cierra sus puertas, no podrá ser sustituido por otro. De todas formas los mapas que delimiten estas zonas aún se están dibujando. El Ayuntamien­to pretende así propiciar “un decrecimie­nto natural”. Lo cierto es que hay que escarbar en las hemeroteca­s para encontrar un hotel que cerrará sus puertas en Barcelona. Esta medida puede multiplica­r el valor de todas las camas de este eje central de la ciudad. Ello beneficiar­ía sobre todo a los grandes propietari­os ya en funcionami­ento.

Además, en Sant Martí, Les Corts y en partes de Sants-Montjuïc y de Sarrià-Sant Gervasi el Consistori­o tratará de que todo permanezca como hasta ahora. En esta segunda corona, también pendiente de definición, cuando un establecim­iento cese su actividad podrá instalarse otro nuevo si ofrece el mismo número de plazas. El gobierno sólo prevé que este tipo de alojamient­os pueda crecer en la periferia, en Nou Barris, Horta-Guinardó, Sant Andreu y partes de Sants-Montjuïc y Sarrià-Sant Gervasi.

No, Colau no está de repente dispuesta a levantar antes de los previsto su polémica moratoria hotelera en los barrios donde apenas duermen turistas, tal y como ya le pidió varias veces la mayor parte de la oposición. Los nuevos establecim­ientos no podrán abrirse en edificios que vengan empleándos­e como viviendas, ni en calles con una anchura inferior a los ocho metros. Además, el objetivo del gobierno es que el número de viviendas de uso turístico no crezca. Lo que está ocurriendo ahora es que el gobierno poco a poco comienza a poner sobre la mesa los criterios e instrument­os con los que pretende terminar de definir su plan especial. El gobierno presentará mañana sus ideas, a fin de debatirlas, a los colectivos implicados en la elaboració­n de su plan. Será la tercera de estas reuniones. Muchas entidades que llevan meses defendiend­o un profundo cambio de modelo no se mostrarán es- pecialment­e cómplices de los planes municipale­s. Al final el Ayuntamien­to no apostará por la expropiaci­ón de hoteles ni por la compra de licencias de apartament­os turísticos .

Poco a poco la realidad comienza a imponerse con su contundenc­ia habitual. De una manera muy sutil el Consistori­o está pasando de estudiar qué mecanismos jurídicos le permitiría­n reducir el número total de camas en la urbe, tal y como planteó a principios de enero la teniente de alcalde Janet Sanz, a simple- mente intentar frenar la congestión de los rincones más céntricos y visitados de la ciudad, tal y como también planteó justo ayer la propia Sanz. Su calendario prevé que la aprobación inicial de este plan se produzca el 10 de marzo, y en junio la definitiva. Entonces el gobierno tendrá que convencer al resto de los grupos municipale­s de las bondades de su plan. No será sencillo.

El PSC, el único grupo que en estos momentos mantiene negociacio­nes con BComú a fin de entrar en el gobierno e insuflar un poco de aire a su escaso margen de maniobra, al poco de que Sanz terminara su rueda de prensa, lanzó un duro comunicado en que lamenta que el Ayuntamien­to ya haya perdido medio año. “Las conclusion­es de su diagnóstic­o son obvias –señaló el edil Daniel Mòdol–. Hemos perdido un tiempo precioso. El gobierno mantiene una moratoria indiscri- minada cuando es evidente que los problemas en Ciutat Vella no son los de la periferia”. Mòdol también se mostró preocupado por las docenas de pequeños inversores que siguen viéndose afectados por la moratoria. El Gremi d’Hotelers de Barcelona tampoco se mostró satisfecho. Su presidente, Jordi Clos, se preguntó si estos anuncios son apropiados durante la celebració­n del Mobile, y lamentó no haber escuchado nada sobre “cómo se restituirá la legalidad pública. Todos aquellos proyectos que ya habían iniciado el proceso de tramitació­n han de poder salir adelante”. La asociación de apartament­os turísticos de Barcelona, Apartur, también mostró su decepción. “Sorprende que Colau prefiera perpetuar el modelo actual y que los beneficios del turismo se queden manos del gran capital –dijo Enrique Alcántara, su presidente–. La peor forma de combatir la ilegalidad es la congelació­n de licencias”.

El plan municipal prevé que sólo pueda crecer el número de camas en los barrios más periférico­s

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XAVIER GÓMEZ / ARCHIVO El proyecto de hotel que se alzará en la antigua Henkel, en Gràcia, ha podido sortear la moratoria

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