EE.UU. espió a Berlusconi durante tres años y los días previos a su caída
El espionaje estadounidense grabó las conversaciones telefónicas de Silvio Berlusconi y de sus principales colaboradores durante los últimos tres años en que fue el primer ministro de Italia, entre el 2008 y el 2011, y estuvo especialmente activo en las tumultuosas semanas previas a su caída, marcadas por una grave crisis financiera y las presiones a Roma de otros países de la Unión Europea. Estas son las últimas revelaciones del escándalo Wikileaks, hechas públicas ayer por el diario La Repubblica y el semanario L’Espresso.
El Gobierno italiano reaccionó con estupor a la noticia. El Ministerio de Asuntos Exteriores convocó al embajador norteamericano, John Phillips, para que diera explicaciones, y también el premier, Matteo Renzi, en una reunión con senadores de su partido, dijo que quería llegar al fondo del asunto.
La airada reacción oficial italiana ante el aliado norteamericano contrastó con el anuncio, horas antes, de que se permitirá al Pentágono usar la base siciliana de Sigonella para lanzar operaciones de drones armados contra elementos yihadistas en el norte de África. Roma dará su luz verde caso por caso.
Forza Italia, el partido de Berlusconi, pidió a Renzi que comparezca ante el Parlamento para hablar del espionaje al ex primer ministro. Il Cavaliere siempre ha denunciado que, en noviembre del 2011, hubo un complot internacional para echarle del puesto, con la excusa de la crisis financiera y de la prima de riesgo sobre la deuda, y que fueron poderes exteriores quienes movieron los hilos, con la complicidad del entonces presidente de la República, Giorgio Napolitano, para poner en lugar de Berlusconi a Mario Monti. Las revelaciones de Wikileaks avalarían, según Forza Italia, la teoría de la conspiración, pues todo apunta que Washington vigiló en secreto todos los pasos previos a la caída de Berlusconi.
Las escuchas telefónicas, de aparatos fijos y móviles, al parecer las hizo la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), ese oído electrónico global que tiene su sede en Fort Meade (Maryland), cerca de Washington. Además de Berlusco- ni, pudieron ser interceptados los teléfonos de su asesor para relaciones internacionales, Valentino Valentini; el consejero para temas de seguridad nacional, Bruno Archi; el viceconsejero diplomático Marco Carnelos y el representante permanente ante la OTAN, Stefano Stefanini. Los estadounidenses sabían el estado de ánimo y las opiniones de Berlusconi en asuntos clave y en los dramáticos días del ocaso de su gobierno. A Berlusconi lo escucharon también mientras hablaba con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en marzo del 2010. El jefe del Gobierno hebreo se quejaba de la exagerada reacción palestina ante la construcción de nuevos asentamientos judíos en Cisjordania y lamentaba la falta de un diálogo directo con el presidente de EE.UU., Barack Obama. Berlusconi, en esa conversación, prometió a Netanyahu usar sus buenos oficios para facilitarle el acceso a Obama.