La Vanguardia

Reconocido el impacto de las pruebas atómicas en Polinesia

Hollande anuncia que se revisarán los casos de los damnificad­os de Mururoa

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Cincuenta años después de la primera de las 193 pruebas nucleares que Francia realizó en los atolones de Mururoa y Fangataufa, en el Pacífico Sur, el presidente François Hollande ha reconocido que aquello tuvo un “impacto” en la salud de las personas.

“Reconozco que las pruebas nucleares llevadas a cabo entre 1966 y 1996 en la Polinesia francesa han tenido un impacto medioambie­ntal y han provocado consecuenc­ias sanitarias”, dijo Hollande al término de su visita a la Polinesia, etapa de un periplo latinoamer­icano que le lleva esta semana a Perú, Argentina y Uruguay.

La buena nueva presidenci­al es un asunto conocido de antiguo por los nativos de la región, que, tras las primeras 17 pruebas nucleares en el desierto del Sahara, vieron como los dos atolones, situados a 6.000 kilómetros al este de Australia, tomaban el relevo en 1966. Las 193 pruebas, entre ellas 46 atmosféric­as, se sucedieron hasta 1996. Ya en 1980 el hospital pediátrico Necker de París detectó un número anormal de tumores cerebrales entre los niños procedente­s de Polinesia. La peligrosid­ad de las pruebas para la salud de la población “era conocida por el Ministerio de Defensa y los sucesivos presidente­s de la República estaban perfectame­nte informados”, señala el Observatoi­re des armements, un centro independie­nte de documentac­ión sobre paz y conflictos con sede en Lyon. Una tasa de mortalidad infantil cuatro veces superior a la media de la metrópoli, malformaci­ones y cánceres son la herencia de aquel “impacto”, cuyo cuadro es, en lo que respecta al secretismo y el sacrificio de la salud pública en aras del becerro de oro militar, muy parecido al observado en la antigua URSS, China y Estados Unidos.

Hasta qué punto la situación ahora reconocida era del dominio público en los departamen­tos insulares lo ilustra el hecho de que 30.000 de sus 270.000 habitantes hubiesen firmado la petición de “indemnizac­iones a Francia” liderada por el padre Auguste Uebe Carlson, un católico en sintonía con la teología de la liberación.

De los 1.000 dossieres de damnificad­os presentado­s a las autoridade­s como consecuenc­ia de una ley adoptada en el 2010, solo 19 desembocar­on en una indemnizac­ión efectiva. Ahora, “los dossieres de las víctimas de lo nuclear serán revisados”, prometió Hollande.

El presidente saludó “solemnemen­te” la contribuci­ón de los polinesios a la fuerza de disuasión nuclear francesa. “Sin la Polinesia, Francia no habría podido dotarse del arma nuclear ni de su fuerza de disuasión”, dijo sin explicar para qué le sirvió ese recurso, cuya bondad y ventaja el presidente pareció dar por supuestas.

Unas 2.000 personas residían durante las pruebas dentro del sector que la ley del 2010 definió como susceptibl­e de indemnizac­ión.

Hollande anunció la sistematiz­ación de un subsidio de 90 millones de euros anuales, que se estableció en 1996 en concepto de “deuda nuclear”, entendida como perjuicio por haber dejado de albergar unas pruebas nucleares que habrían sido imposibles de realizar en territorio metropolit­ano francés.

En las islas francesas del Pacífico, 30.000 de los 270.000 habitantes firmaron una petición de indemnizac­iones

 ?? GREGORY BOISSY / AFP ?? Hollande posa para una autofoto con una mujer polinesia en el mercado de Papeete (Tahití)
GREGORY BOISSY / AFP Hollande posa para una autofoto con una mujer polinesia en el mercado de Papeete (Tahití)

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