El Asad y la oposición siria aceptan el alto el fuego ruso-estadounidense
Occidente “vigilará” que se respete el cese de bombardeos a los rebeldes moderados
Con la aceptación del acuerdo ruso-estadounidense de alto el fuego en Siria por el Gobierno de Damasco, posterior a la del Comité de Negociadores que agrupa buena parte de las fuerzas de la oposición, todo está preparado, en principio, para su aplicación, a partir del sábado próximo. Sería una muy notable excepción en la retahíla de promesas nunca hasta ahora cumplidas en este conflicto armado, convertido en un peligroso campo de batalla interna- cional. Más allá de todas las especulaciones diplomáticas, no se entrevé todavía el inicio de un compromiso, por más simbólico que fuese, para el efectivo cese de hostilidades. Ni partidarios del régimen ni de la oposición confían en su entrada en vigor.
El Gobierno de Damasco ha dejado bien claro que la negociación no significará el abandono de las armas, sobre todo cuando ha conseguido destacados avances en el frente militar –gracias al decisivo apoyo de la aviación rusa– y en el ámbito internacional, cuyas nuevas circunstancias le son favora- bles. Uno de los primeros escollos de este acuerdo es que el Gobierno sirio debe definir con Rusia qué regiones son las que deberían incluirse en el plan. El régimen no distingue entre militantes, rebeldes o yihadistas, a los que define desde el principio de los enfrentamientos, indistintamente, como “terroristas”.
La alianza de las fuerzas de la oposición pide que se apliquen resoluciones de la ONU que estipulan el acceso a zonas sitiadas de población civil y se permita la entrada de los convoyes de ayuda humanitaria.
Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido dijeron ayer que estarán “muy vigilantes” para que se respeten los acuerdos de alto el fuego, “especialmente el fin de los bombardeos de Rusia y del régimen sirio sobre los grupos de la oposición moderada y la población civil”. Barack Obama, François Hollande, Angela Merkel y David Cameron conversaron por teléfono para tratar sobre Siria, informó en un comunicado la presidencia francesa.
Los soldados del régimen de Bashar el Asad se preparan para atacar la zona rebelde de Alepo, después de una ofensiva llevada a cabo gracias a la ayuda rusa, que ha provocado el éxodo de la población en dirección a la frontera turca. La reconquista de Alepo sería un gran triunfo para el régimen sirio.
En el texto del acuerdo rusoestadounidense se excluyen las organizaciones terroristas del Frente Al Nusra –rama de Al Qaeda en Siria– y del Estado Islámico, que el ejército regular sirio seguirá bombardeando con el apoyo de la aviación rusa. Uno de los obstáculos consiste en que el Frente Al Nusra cuenta con grupos aliados en diversas regiones, en principio incluidos entre los comprometidos en este tan vulnerable acuerdo.
El Estado Islámico es, en este episodio de la guerra, el enemigo más poderoso de la República Si-
Uno de los primeros escollos es que Damasco debe definir con Rusia qué regiones se incluyen en el plan
ria. Su atentado del domingo en Homs y en el venerado santuario chií de Sayeda Zeinab, en las afueras de Damasco, revela su voluntad de continuar la guerra del terror para desestabilizar al régimen. El EI encarna la fuerza militante suní más enzarzada en la lucha contra los chiíes en esta exacerbación de la guerra entre las dos grandes ramas del islam. El Daesh (acrónimo en árabe del EI) asegura proteger a los musulmanes suníes contra el poder alauí y sus aliados de Irán.
La guerra se hace para imponer las condiciones de la paz. Bashar el Asad y sus aliados, ruso e iraní, buscan convertir sus éxitos militares en ventajas diplomáticas, ante una oposición que, excluido el EI, está desgastada y dividida. El esperado anuncio de las próximas elecciones legislativas en primavera demuestra la absoluta confianza del rais El Asad de mantenerse con toda su fuerza en el poder.