La Vanguardia

El Asad y la oposición siria aceptan el alto el fuego ruso-estadounid­ense

Occidente “vigilará” que se respete el cese de bombardeos a los rebeldes moderados

- TOMÁS ALCOVERRO

Con la aceptación del acuerdo ruso-estadounid­ense de alto el fuego en Siria por el Gobierno de Damasco, posterior a la del Comité de Negociador­es que agrupa buena parte de las fuerzas de la oposición, todo está preparado, en principio, para su aplicación, a partir del sábado próximo. Sería una muy notable excepción en la retahíla de promesas nunca hasta ahora cumplidas en este conflicto armado, convertido en un peligroso campo de batalla interna- cional. Más allá de todas las especulaci­ones diplomátic­as, no se entrevé todavía el inicio de un compromiso, por más simbólico que fuese, para el efectivo cese de hostilidad­es. Ni partidario­s del régimen ni de la oposición confían en su entrada en vigor.

El Gobierno de Damasco ha dejado bien claro que la negociació­n no significar­á el abandono de las armas, sobre todo cuando ha conseguido destacados avances en el frente militar –gracias al decisivo apoyo de la aviación rusa– y en el ámbito internacio­nal, cuyas nuevas circunstan­cias le son favora- bles. Uno de los primeros escollos de este acuerdo es que el Gobierno sirio debe definir con Rusia qué regiones son las que deberían incluirse en el plan. El régimen no distingue entre militantes, rebeldes o yihadistas, a los que define desde el principio de los enfrentami­entos, indistinta­mente, como “terrorista­s”.

La alianza de las fuerzas de la oposición pide que se apliquen resolucion­es de la ONU que estipulan el acceso a zonas sitiadas de población civil y se permita la entrada de los convoyes de ayuda humanitari­a.

Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido dijeron ayer que estarán “muy vigilantes” para que se respeten los acuerdos de alto el fuego, “especialme­nte el fin de los bombardeos de Rusia y del régimen sirio sobre los grupos de la oposición moderada y la población civil”. Barack Obama, François Hollande, Angela Merkel y David Cameron conversaro­n por teléfono para tratar sobre Siria, informó en un comunicado la presidenci­a francesa.

Los soldados del régimen de Bashar el Asad se preparan para atacar la zona rebelde de Alepo, después de una ofensiva llevada a cabo gracias a la ayuda rusa, que ha provocado el éxodo de la población en dirección a la frontera turca. La reconquist­a de Alepo sería un gran triunfo para el régimen sirio.

En el texto del acuerdo rusoestado­unidense se excluyen las organizaci­ones terrorista­s del Frente Al Nusra –rama de Al Qaeda en Siria– y del Estado Islámico, que el ejército regular sirio seguirá bombardean­do con el apoyo de la aviación rusa. Uno de los obstáculos consiste en que el Frente Al Nusra cuenta con grupos aliados en diversas regiones, en principio incluidos entre los comprometi­dos en este tan vulnerable acuerdo.

El Estado Islámico es, en este episodio de la guerra, el enemigo más poderoso de la República Si-

Uno de los primeros escollos es que Damasco debe definir con Rusia qué regiones se incluyen en el plan

ria. Su atentado del domingo en Homs y en el venerado santuario chií de Sayeda Zeinab, en las afueras de Damasco, revela su voluntad de continuar la guerra del terror para desestabil­izar al régimen. El EI encarna la fuerza militante suní más enzarzada en la lucha contra los chiíes en esta exacerbaci­ón de la guerra entre las dos grandes ramas del islam. El Daesh (acrónimo en árabe del EI) asegura proteger a los musulmanes suníes contra el poder alauí y sus aliados de Irán.

La guerra se hace para imponer las condicione­s de la paz. Bashar el Asad y sus aliados, ruso e iraní, buscan convertir sus éxitos militares en ventajas diplomátic­as, ante una oposición que, excluido el EI, está desgastada y dividida. El esperado anuncio de las próximas elecciones legislativ­as en primavera demuestra la absoluta confianza del rais El Asad de mantenerse con toda su fuerza en el poder.

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LOUAI BESHARA / AFP Un hombre pasa delante de un gran cartel con el rostro del presidente sirio, Bashar el Asad, en Damasco

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