La Vanguardia

Los británicos frenan Europa

- Lluís Foix

Es un mérito incuestion­able de los británicos el saber influir en Europa desde su insularida­d. Cuando han estado fuera han querido entrar y una vez dentro han cuestionad­o su permanenci­a. Nunca fueron partidario­s de la Europa que nació en 1957 con el tratado de Roma. Ya sabían que habían perdido el imperio y no acababan de encontrar su lugar en el mundo, como les había recordado Dean Acheson en una memorable sesión en las Naciones Unidas.

La pregunta que flota en los ambientes políticos y económicos europeos desde siempre es si Gran Bretaña es europea en el sentido en que lo son, por ejemplo, Francia, Alemania, Holanda o Italia. Cuando Harold Macmillan decidió llamar a la puerta de Europa en 1963 recibió un solemne no del general De Gaulle, que pensaba que los británicos tenían una visión atlántica y norteameri­cana en contra de la reconcilia­ción continenta­l europea que se estaba cimentando entre Alemania y Francia.

Los británicos entraron finalmente en 1973 tras un pacto entre el primer ministro Edward Heath y el presidente francés Georges Pompidou. Siete años después, Margaret Thatcher consiguió modificar las condicione­s de la pertenenci­a británica abriendo un periodo interminab­le de peticiones para obtener mayores beneficios. Gran Bretaña es un socio bien preparado pero poco convencido.

La política exterior británica está dictada por la geografía y por las ideas. La revolución gloriosa de 1688 fue muy distinta de la Revolución Francesa de 1789. La primera fue un cambio pragmático y la segunda se movió en el campo de las ideas.

George Steiner lo define muy bien cuando manifiesta que “esta desconfian­za de lo abstracto y lo ideológico es lo que ha proporcion­ado a la historia de Inglaterra su envidiable historial de tolerancia, de irónica inmunidad a lo intelectua­lmente carismátic­o. Reacios al brío discutidor, a los furores y al compromiso cerebrales de los franceses, los ingleses siempre han preferido un pragmatism­o lleno de ironía, una salvadora indiferenc­ia”.

David Cameron prometió un referéndum y lo va a convocar para el 23 de junio. Muchos primeros ministros británicos se estrellaro­n en Europa. Los intereses económicos y políticos remarcan los beneficios de pertenecer a la Unión Europea. Pero la historia, el sentimient­o nacional y la soberanía del Parlamento de Londres se han resistido a acogerse a la legislació­n que se elabora en Bruselas o Estrasburg­o. En 1975 sometieron a referéndum su permanenci­a en la entonces CEE cuando llevaban sólo dos años. Ahora lo intentan de nuevo. Como señalaba Rafael Ramos el lunes, la derecha hizo campaña por Europa y la izquierda y los sindicatos en contra. Pero no del todo. Entonces y ahora hubo europeísta­s y antieurope­ístas en los dos grandes partidos.

A lo largo de la historia, explica lord Home en sus memorias, cuando un poder ha intentado dominar el centro del continente europeo, se ha producido una reacción muscular automática. La razón que explica que Gran Bretaña haya tenido alternativ­amente aliados y enemigos en España, Francia y Alemania es debido a que en algún momento esos países han intentado dominar la mayor parte del continente.

La canciller Merkel es la que quiere evitar con más energía la salida británica. Sabe que Inglaterra es incómoda, arbitraria y más interesada que solidaria respecto a Europa. Pero los alemanes recuerdan que las dos veces que empezaron una gran guerra en el siglo pasado tuvieron a los británicos enfrente y perdieron y fueron devastados en las dos ocasiones.

Cameron jugó la carta del referéndum en Escocia en el 2014. Y la ganó. Ahora permite a sus propios ministros hacer campaña en contra de su posición de permanecer en la UE después de los acuerdos alcanzados en Bruselas en la última cumbre. Cumbre borrascosa para Europa. El haber otorgado la carta de una singularid­ad excesiva a Gran Bretaña desvirtua la esencia de la Unión Europea y abre la puerta a nuevas excepcione­s que impedirían avanzar hacia la unión política. El hecho de que todos los ciudadanos de la Unión no tengan los mismos derechos en todos los 28 estados es una regresión inaceptabl­e. Habrá que esperar a los resultados del 23 de junio. Los ingleses son realistas y se lo pensarán mucho antes de abandonar la UE. Si este fuera su veredicto los escoceses plantearía­n su salida del Reino Unido para ganar la independen­cia con la pertenenci­a a Europa como pretexto.

Las divisiones del partido conservado­r afectarán la credibilid­ad de David Cameron tras haber ganado por mayoría absoluta las elecciones el año pasado. Europa ha de hacer cuanto pueda para que no se produzca la salida. Pero tampoco permitir que los intereses británicos pasen por encima de los europeos.

Las cesiones de la UE a Cameron son un peligroso precedente para la viabilidad del proyecto europeo

 ?? JAVIER AGUILAR ??
JAVIER AGUILAR

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain