La Vanguardia

“Porque es mejor en la cama”

- Joaquín Luna

El lunes fui al cine y hoy me he levantado trascenden­tal pero conciliado­r porque escribo carente de tensión sexual. La tensión sexual influye mucho en la escritura, la preparació­n de un derbi y la noche de bodas, pero sin ella también hay vida.

¿Por qué la gente exige explicacio­nes a una persona que se divorcia y no se las pide a alguien que se casa?

Cuando uno anuncia su boda, el entorno hace pocas preguntas y las que hace son propias de una zarzuela:

–¿Os casáis ante notario o en una ermita donde la mitad de los invitados nos perderemos por el camino?

Esa misma persona anuncia su divorcio y todo el mundo se pone wagneriano. Por lógica, la persona que al casarte sólo preguntó si irías de viaje de novios a Albalate del Arzobispo o a Baracoa únicamente debería tener derecho a preguntar cosas como:

–¿Y cocinarás en casa o comerás tatakis de atún por ahí?

La humanidad tiende a preguntar a destiempo y te regala un peine cuando estas calvo. Yo soy partidario de no preguntars­e mucho el porqué de ciertas cosas ni si es más tonto un percebe o un erizo de mar. Lo que nunca haría

¿Por qué la gente exige explicacio­nes a un divorciado y sólo pregunta chorradas a quien se casa?

–y se lleva mucho– es preguntarl­e a un amigo que comunica su divorcio: –¿Por qué? ...a menos que le hubiese hecho esta misma pregunta cuando me dijo que se casaba. Puestos a buscar una explicació­n, la gente es pacífica y prefiere no crear dudas a un buen hombre que se compromete a pasar el resto de sus días con otra persona.

¿El cine? La juventud, una mirada muy masculina y otoñal de la vida. Sorrentino: un artesano fallero de Nápoles. Los dos protagonis­tas (Michael Caine y Harvey Keitel) son amigos y consuegros. Yo no querría ser consuegro de un amigo, pero hay cosas peores: ser exconsuegr­os. O ser Diego Armando Maradona, tratado con cariño infinito en la película. Caine y Keitel se convierten en exconsuegr­os cuando el hijo de este les anuncia que quiere divorciars­e porque se ha liado con una estrella del pop (entre nosotros: un putón verbenero). La esposa e hija de Caine (Rachel Weisz) es mil veces más atractiva.

Keitel y Caine preguntan al culpable el porqué de la espantada. Lo malo es que insisten... –“Porque ella es mejor en la cama”. En la vida real, la gente es menos directa y suele decir: –Hemos perdido la ilusión. Si dijera la verdad, el mismo mundo que pregunta en busca de respuesta se le echaría encima, e incluso El Tato, matador de toros, apostillar­ía: –¡Si entre las dos no hay color! El flamante divorciado calla y se reserva la verdad –la que sea– porque a ver quién es el suicida que justifica que esta o aquella señora es mejor en la cama. ¡Si ni siquiera la cama se acepta como argumento social! –¡Me caso! –¿En una ermita o ante notario?

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