El manitas de las patentes
ARTUR FISCHER (1919-2016) Inventor alemán
Ni Thomas Edison llegó a inventar tanto como él. Con más de 1.100 patentes registradas, Artur Fischer se ganó la condición de Bill Gates de los manitas, ya que sus numerosas creaciones permitieron nutrir gran parte de lo que hoy en día conforma un buen taller de bricolaje. Como el filántropo estadounidense, que revolucionó la tecnología computacional, este inventor alemán fue clave en el boom del movimiento Do it yourself (hazlo tú mismo).
Cerrajero de profesión y manitas por obsesión, la voluntad de tomar una fotografía de su recién nacida fue el origen de su afán innovador en 1947. “Por entonces sólo se podía usar flash de polvo (magnesio) para fotos en interiores, que tenías que encender con una cuerda. Era peligroso y la calidad de la instantánea era mala, ya que el sujeto normalmente parpadeaba con el destello”, explicó en una entrevista con Der Spiegel en el 2015.
Fischer ideó entonces un mecanismo sincronizado para tirar el flash al mismo tiempo que se apretaba el obturador. El resultado fue comercializado por Agfa, uno de los principales fabricantes de cámaras del momento, y permitió al inventor erigir su primer negocio para seguir pensando soluciones a otros problemas. En 1958, con un trozo de plástico, fue capaz de revolucionar la industria del bricolaje. Gracias a un pequeño taco de poliamida (nailon), facilitó la fijación de clavos y tornillos sobre cualquier superficie. Actualmente se producen 14 millones de unidades al día del también conocido como taco Fischer, su invento más célebre.
En el 2004, cuando todavía estaba por detrás de Edison en número de invenciones, rechazó las comparaciones porque consideraba al estadounidense un ladrón de ideas. “No me gusta ser comparado con uno que roba”, argumentó a la revista Technology Review. “Para ser inventor hay que ser un hom- bre honesto”. Otras de sus aportaciones relevantes fueron los bloques de construcción Fischertechnik –una alternativa al Lego más imaginativa–, los posavasos retráctiles para vehículos y, la más reciente, un abridor de cáscaras de huevos duros para restaurantes.
Nacido en 1919 en Tumlingen, ahora parte de Waldachtal (Baden-Württemberg), Fischer estudió en una escuela vocacional, ya que su madre detectó su facilidad para las manualidades. Con 13 años dejó el aprendizaje y marchó a Stuttgart para ser ayudante de taller en una ferretería. Más tarde se unió a las juventudes hitlerianas y se convirtió en mecánico de la Luftwaffe. En 1939, cuando él tenía 19, Hitler visitó su base militar. “Había hecho un avión de miniatura para regalar a mi madre por Navidad. Mi comandante me dijo que era el mejor mecánico y debía entre- gar esa maqueta a Hitler, fue una época horrible”, relató.
Escapó de la batalla de Stalingrado en 1943 en el último avión de la flota, fue capturado en Italia como prisionero de guerra y, tras volver a Alemania, fundó en 1948 su propia compañía después de inventar el primer flash sincronizado. El grupo Fischer tiene ahora 42 empresas subsidiarias, 4.000 empleados y 14.000 productos que vende en más de 100 países.
Con 94 años, en el 2014, Fischer recibió una distinción de la Oficina Europea de Patentes en reconocimiento a su larga trayectoria. “Mi trabajo como inventor está lejos de haber concluido”, dijo a pesar de su avanzada edad. El secreto de su profesión, sin embargo, era cosa de niños. “Todo empieza con la curiosidad de la infancia”, aseguró.