Tras el fiasco, el drama europeo
Tras el inesperado revolcón en la Copa, el Barcelona Lassa se enfrenta pasado mañana a un nuevo reto en teoría bastante más complicado, obligado no sólo a conseguir la victoria, sino a dar una imagen muy distinta a la de A Coruña. Recibe al Olympiacos de Spanoulis, fruto prohibido, en la primera jornada de la segunda vuelta del Top 16 de la Euroliga. No es un duelo eliminatorio, pero tiene toda la apariencia de fundamental, pues el equipo de Xavi Pascual cerró la primera vuelta con un balance negativo (3-4) y está empatado con los de El Pireo.
Los resultados del Top 16 –todos, no sólo los del Barça– han hecho honor a lo que se esperaba de un grupo F fortísimo y muy igualado, en el que únicamente un equipo (Zalgiris) está descartado y del primero (CSKA Moscú, empatado con Laboral Kutxa a 5-2) al penúltimo (Brose, igualado con Barcelona y Olympiacos) no hay más que dos triunfos de dife- rencia. Entre unos y otros, con 4-3, están Khimki y Real Madrid. El basket
average puede ser clave en la lucha por clasificarse y, a poder ser, quedar más arriba del cuarto puesto para evitar en los playoffs a un Fenerbahce imbatido en el grupo E. Al Barça le iría muy bien superar los 12 puntos (74-62) por los que cayó en El Pireo en este primero de los tres compromisos clave que tendrá en el Palau. Luego, tras visitar al Khim-
ki, vendrán, con sólo seis días de margen (11 y 17 de marzo, y en medio el desplazamiento liguero a Badalona), los del CSKA (en Moscú perdió por 93-82) y el Real Madrid.
Suerte para los blaugrana de aquella canasta en el último segundo de Doellman en Madrid (86-87). Sin ella, los de Pablo Laso tendrían ahora tres victorias más que los de Xavi Pascual, un margen casi imposible de superar aunque cinco de los siete partidos que les quedan a los blancos los han de jugar fuera de casa, donde han flojeado mucho hasta ahora: dos victorias en siete salidas.
Visto el calendario, podría decirse que los blaugrana lo tienen mejor que los blancos. Pero el equipo de Laso inspira bastante más confianza. Lo que ha sucedido en la Copa es sólo un capítulo más en una tendencia al cambio de hegemonía que parece de momento irreversible. Por una razón principalísima: en el Madrid hay una continuidad, un proyecto sostenido que en el Barça se da en el banquillo (ocho años acaba de cumplir en él Pascual) pero no en la plantilla. Navarro al margen, ningún jugador está más allá de su cuarta temporada y hay tres de segundo año y ¡ocho! de estreno, contando el regreso del estadounidense Dorsey.
En cambio, el Madrid se sostiene en un núcleo duro inamovible. Esta es la duodécima temporada de Felipe Reyes en el equipo, la novena de Llull, la sexta de Sergio Rodríguez, la quinta de Carroll y la cuarta de Rudy Fernández. Y lo más sangrante de todo, desde el punto de vista del Barcelona, es que en un momento u otro tuvo oportunidad de ficharlos a todos. La madre de Felipe me
En el Madrid hay un proyecto sostenido que el Barça tiene en el banquillo pero no en la plantilla
confesaba ¡en el 2001, cuando debutó con Pau Gasol en la selección absoluta! su extrañeza por que el Barça no se hubiera interesado nunca por el entonces jugador del Estudiantes. A Llull lo tenía bien cerca, de suplente en el Manresa de la LEB, cuando se lo llevó el Madrid. Sergio Rodríguez languidecía en la NBA. A Las Palmas fue a buscar a Wallace y no a Carroll, que había sido el máximo anotador de dos Ligas seguidas. Con Rudy tenía un acuerdo verbal y no se decidió. Y a Ayón, otra pieza clave, lo rechazó tras pagar por sus derechos en Europa.