Arco remonta y Barcelona perfila su feria
Santi Vila relanza en la apertura de la feria madrileña la creación de un evento catalán
Cuando a comienzos de los ochenta la galerista Juana de Aizpuru –más tarde llamada Juana de Arco– lanzó la idea de una feria de arte contemporáneo que saciara el hambre de modernidad que España arrastraba desde largo tiempo, muchos pensaron que se había vuelto loca o simplemente que iba de farol. El país carecía de infraestructuras artísticas, de museos de arte contemporáneo, de coleccionistas... Llamó primero a Barcelona. La rechazaron. Pero el escepticismo no la arredró. El guante lo recogería poco tiempos después Madrid, que hoy vive la celebración del 35.º aniversario de Arco con ese aire feliz de los grandes acontecimientos, mientras Juana de Aizpuru pasea por el recinto rodeada de cámaras. De repente, ella misma, convertida en la obra más admirada de una feria que justo ayer abrió sus puertas a profesionales y coleccionistas, y a partir de mañana lo hará al público.
En estos 35 años Arco se ha hecho mayor. El panorama no tiene nada que ver con el de su etapa de esplendor en los 80. Le han salido fuertes competidores fuera (Art Basel Miami, que acapara el mercado latinoamericano, y la londinense Frieze, donde acude lo más contemporáneo), pero sigue jugando en la liga de las grandes. Y mientras tanto... ¿Barcelona... ? Ha soñado con mil proyectos que sitúen la ciudad en el circuito del arte internacional y los mil han acabado en papel mojado o amarilleando en el fondo de un cajón. Parecía que la consolidación de dos propuestas como Swab, dedicada al arte emer- gente, y Loop, consagrada al vídeo, además de la puesta en marcha este mismo año del Barcelona Gallery Weekend, habían espantado definitivamente el fantasma de la feria. Pero el caso es que ayer volvió a sobrevolar Ifema, escenario escogido por el nuevo conseller Santi Vila para anunciar la inminente creación de un gran evento artístico que, en un mapa sobrepoblado de ferias como el actual (se calcula que hay una cada quince días en algún lugar del planeta), no puede importar modelos ya existentes y, desde la singularidad y unos criterios de “excelencia” buscar su lugar en el mundo.
La noticia –enunciada el día anterior en su comparecencia parlamentaria, como ayer informó La Vanguardia– pilló por sorpresa a los galeristas catalanes que participan en la feria, escépticos ante este enésimo intento... Pero Vila insistió en que en los próximos días se creará una comisión de trabajo, que en verano se dará a conocer el proyecto y que en el 2017 será una realidad. Y, sobre todo, que tiene presupuesto para ello. “Se va a llevar a cabo”, aseguró. “El evento tendrá una vertiente comercial”, dijo. Y se articulará en torno a la idea del diálogo: entre patrimonio y arte contemporáneo, entre generaciones y entre disciplinas. Vila ayer no compró en Arco, al menos en calidad de conseller, pero no descartó hacerlo en su próxima edición, una vez reactivada la colección de la Generalitat
–“patrimonializar el arte contemporáneo”, ese será otro de sus objetivos– para la que este año ya dispone de una partida de 300.000 euros y el año que viene aumentará a 500.000.
Ajeno a todo ello, Arco mostraba ayer su mejor cara. Carlos Urroz, su director, abría puertas a las diez de la mañana con la promesa de una edición excepcional y lo cierto es que a las pocas horas los pasillos aparecían ya repletos de coleccionistas. Si los puntos rojos al lado de las obras son síntoma de reactivación económica, habrá que convenir que algo está pasando en el mundo del arte. Los galeristas, en otros tiempos tristemente ociosos, mantienen una actividad frenética. El gusto del coleccionista, al menos el que abunda en Arco, es conservador y previsible, y la feria se adapta a sus exigencias.
Hay piezas espléndidas de clásicos como Antonio López en Marlborough ( Mujer en la bañera se vende por 2,5 millones de euros y
El jardín de atrás por 1,9 millones), de Anish Kapoor en Lisson Galery (uno de sus icónicos Randon trian
gle mirror se vende por 800.000 libras y, dentro, en la trastienda , In
between, una herida bañada en oro y de fuerte carga sexual por 425.000). También Juan Muñoz alcanza cifras millonarias en Elvira González, cuya conmovedora Two figures one laughing at one hanning
está a la venta por 1.560.000 euros.
Tal vez Arco ya no sea el Arco irreverente, provocador, fiestero y desacomplejado de los ochenta (tampoco España), pero en esta edición de aniversario hay momentos sublimes que para sí quisieran muchos museos. Las propuestas de las 33 galerías extranjeras, con la excepción de Juana de Aizpuru, a quienes han confiado soplar las velas (la sección suple al tradicional país invitado, que volverá el próximo año, con Argentina), bien valen una feria. Cada una de ellas ha invitado a dos artistas para un diálogo intergeneracional, que alcanza momentos extraordinarios como el que sostienen el californiano John Baldessari y el germano-británico Tino Shegal, con Marian Goodman en labores de celestina.
Kiss, la performance de Sehgal quedará posiblemente como una de las mejores piezas de la feria. No se vende, no deja rastro documental y casi no puede verse, pero la experiencia deja una profunda huella. Un cuarto oscuro donde aparentemente no pasa nada –tropiezos, risas nerviosas– hasta que al cabo de bastantes minutos los ojos se acostumbran a la falta total de luz y el visitante descubre fascinado los cuerpos desnudos de una pareja que se besa, de pie o rodando por el suelo, recreando sin fin una coreografía cargada de erotismo que se inspira en grandes obras de la historia del arte, de Rodin a Klimt. Para vivirla hay que venir a Arco, dará que hablar pero no habrá fotografías, todo lo contrario a la Colonial
color palatt del mexicano Emilio Rojas en la galería José de la Fuente, él mismo desnudo, encerrado durante varias horas al día en una jaula, el artista como mercancía –así llegó a la feria, transportado por una máquina– denunciando a través de los colores cómo desde los mismos colores en la educación se inoculan los patrones coloniales.
CUÁNTO HEMOS CAMBIADO Tal vez Arco ya no sea el Arco irreverente y fiestero de los ochenta, tampoco España
BESOS EN LA OSCURIDAD Tino Sehgal brinda una de las experiencias más fascinantes: una pareja que se besa a oscuras