Primeras condenas por robos en Colonia, pero no por ataque sexual
Un tunecino y dos marroquíes reciben penas por sustraer un móvil y una cámara
Los primeros juicios celebrados ayer en Alemania por los sucesos de Nochevieja en la estación de Colonia, donde grupos de hombres “de aspecto árabe o norteafricano” –como fueron descritos por la policía y los testigos– agredieron sexualmente y robaron a decenas de mujeres, dejan la sensación ya intuida de que los grandes culpables serán difícilmente identificados y castigados. Lo confirma la rapidez de las condenas: los tres encausados ayer por el tribunal de Colonia –los tres por robo– recibieron sentencia ayer mismo.
El primer juicio incumbía a un marroquí de 23 años, solicitante de asilo, que le robó el móvil esa noche a una veinteañera alemana que fotografiaba la catedral de Colonia, ubicada junto a la estación. Fue condenado a seis meses en libertad condicional y a una multa de cien euros, y en la sala pidió disculpas a la mujer atracada. Según la sentencia, ella no vio al ladrón, pero un refugiado afgano que se encontraba cerca –y que también testificó ayer– le señaló quién era. Mientras el joven marroquí huía, alguien le hizo la zancadilla, con lo que la chica le alcanzó, y entonces él le devolvió el teléfono. Los policías que le detuvieron le encontraron una pequeña cantidad de anfetaminas en el calcetín izquierdo.
En otro juicio se encausaba a un tunecino de 22 años y a un marroquí de 18, ambos peticionarios de asilo; el primero distrajo a un hombre cerca de un puente sobre el Rin, también en las proximidades de la estación central, mientras el segundo le sustraía una bolsa con la cámara fotográfica. El hombre logró atraparles y recuperarla, y la policía les detuvo. El tunecino recibió ayer una pena de tres meses en libertad condicional, y el marroquí, que era menor en el mo- mento de los hechos, recibió dos años de libertad vigilada. Ambos deberán realizar 60 horas de trabajos comunitarios.
“Son, y seguirán siendo, simples robos”, afirmó la juez Julia Ross, quien emplazó a no tratar a los tres jóvenes con dureza excesiva por el hecho de que esa misma noche se perpetraran cientos de delitos, muchos de ellos de índole sexual. Según la fiscalía de Colonia, las denuncias presentadas desde entonces son 1.092, de las cuales 593 son por agresión sexual (que a veces incluye robo) y el resto por otros delitos, la mayoría también robos.
De los 73 hombres que están siendo investigados, 14 están siendo indagados por ataques sexuales; y de los 16 que se hallan en prisión preventiva, sólo uno lo está por motivos sexuales (es un argelino de 26 años). Entre esos 73 sospechosos hay: 30 marroquíes, 27 argelinos, 4 iraquíes, 3 sirios, 3 tunecinos, 3 alemanes, un libio, un iraní y un montenegrino.
“Es posible que nunca logremos atrapar a los autores de las agresiones sexuales”, declaró el actual jefe de la policía de Colonia, Jürgen Matheis, a la BBC británica. “Las imágenes de vídeo y televisión no son lo bastante buenas como para identificar claramente asaltos sexuales; lo que podemos ver en ellas son algunos robos, pero eso es todo –dijo Matheis–. Dependemos de las declaraciones de los testigos y de que las víctimas puedan identificar a sus agresores”. La investigación incluye el visionado de 1.165 horas de imágenes de cámaras de seguridad y el rastreo de miles de conversaciones telefónicas, así que se alargará varios meses.
El anterior responsable policial de Colonia, Wolfgang Albers, fue destituido de modo fulminante el 8 de enero por el Ministerio del Interior del land de Renania del Norte-Westfalia, después de que la alcaldesa de Colonia, Henriette Reker, emitiera un duro comunicado retirándole su confianza. Sobre Albers y su cúpula de mando cayeron acerbas críticas tanto por su actuación en Nochevieja –se les reprochó no haber pedido refuerzos ante el caos en la estación–, como por la tardanza y opacidad en dar cuenta en los días siguientes de la gravedad de lo ocurrido.
La alarma social desatada en Alemania por lo sucedido en la noche de san Silvestre –no sólo en Colonia sino también, aunque en menor medida, en Hamburgo, Frankfurt, y otras ciudades– impulsó al Gobierno de coalición de democristianos y socialdemócratas que preside Angela Merkel a plantear cambios en la ley para expulsar más fácilmente a solicitantes de asilo que cometan delitos.
“Es posible que nunca logremos atrapar a los autores de agresiones sexuales”, admite el jefe de policía