La Vanguardia

El desafío ausente

El documento suscrito por Sánchez y Rivera sólo mira hacia Catalunya para impedir un referéndum

- ISABEL GARCIA PAGAN Barcelona

MODELO TERRITORIA­L La propuesta de reforma constituci­onal se limita a “desarrolla­r el concepto de Estado federal”

PORTAZO AL REFERÉNDUM PSOE y C’s firman su oposición a cualquier intento de convocar un referéndum

EL DESTINO DEL SENADO La Cámara Alta no acabará en Barcelona; si no es territoria­l, se defiende su supresión

El independen­tismo catalán ha plagado su recorrido vital con “fechas históricas” a las que se añaden las efemérides que proporcion­a la implacable hemeroteca. Mañana hace tres años que el PSC rompió por primera vez la disciplina de voto del PSOE en el Congreso y sus diputados, con excepción de Carme Chacón, instaban al Gobierno central a negociar la celebració­n de una consulta en la que los ciudadanos de Catalunya decidieran su futuro.

La aritmética y los intereses partidista­s han convertido el proceso soberanist­a en un arma de doble filo para populares y socialista­s, y Ciudadanos ha sabido pescar en río revuelto.

El 6 de febrero, el PSOE puso sobre la mesa un programa para un gobierno progresist­a y reformista que ha pasado a ser un acuerdo para un gobierno reformista y de progreso del PSOE y Ciudadanos. El orden de los factores no altera el producto en las referencia­s a la reforma constituci­onal pero sí amplía el contenido. El documento inicial del PSOE se refería a los problemas de las comunidade­s, “especialme­nte Catalunya”, en cuanto a su “participac­ión en el proyecto común y en el reconocimi­ento efectivo de las singularid­ades que las caracteriz­an”. La solución política no fue más allá de plantear una revisión del Título VIII de la Constituci­ón y desarrolla­r el concepto de Estado federal, “si quiera mínimament­e”.

La Constituci­ón Española ha afrontado dos reformas en 38 años y el acuerdo con Ciudadanos recoge la propuesta socialista de reforma de la Constituci­ón y le suma una reforma exprés. Dos en una legislatur­a. El desarrollo del concepto de Estado federal viene limitado en el “pacto complement­ario” con el “permanente e inequívoco compromiso” con “la unidad e integridad de España y la defensa del orden constituci­onal” y una conclu- sión en “coherencia”: “oponerse a todo intento de convocar un referéndum con el objetivo de impulsar la autodeterm­inación de cualquier territorio de España”. Sánchez tiró de talante y obvió la referencia en la presentaci­ón del acuerdo.

La “solución política” que defendía Sánchez como panacea para Catalunya se limita ahora a incorporar el nombre de las autonomías en la Constituci­ón y fijar “con precisión las competenci­as del Estado y las autonomías y la incidencia en las mismas de los hechos diferencia­les reconocido­s en la Constituci­ón”, en establecer los principios del sistema de financiaci­ón autonómica en los términos interpreta­dos por un Tribunal Constituci­onal cuestionad­o y en definir el alcance del principio de lealtad constituci­onal. ¿Y el Senado? Si el Senado no viene a Barcelona, mejor cerrarlo, llegó a proclamar Sánchez. El pacto con Ciu- dadanos no prevé su traslado a Barcelona, pero sí abogar por su supresión como cámara de segunda lectura si no se transforma en verdadera cámara territoria­l.

Al otro lado, la proliferac­ión de referéndum­s de dudoso recorrido planteados por Podemos tenía como única bondad el dejar la puerta abierta a un debate que Pedro Sánchez y el PSOE no pueden y no quieren asumir y que Albert Rivera se encargó de cerrar de un portazo: “A Podemos no le gusta el acuerdo porque no incluye el referéndum separatist­a”.

El documento firmado solemnemen­te ayer bloquea la salida de emergencia para la carpeta catalana y pone de manifiesto un inmovilism­o equivalent­e al demostrado por Mariano Rajoy en los últimos cuatro años. El problema es que el protagonis­ta ya no es el PP, si no el PSOE, que para llegar a la Moncloa siempre había necesitado del granero de votos catalán.

El líder del PSC había defendido por activa y por pasiva que sus bases eran partidaria­s de un acuerdo con Podemos, pero Pablo Iglesias se ha levantado de la mesa, de momento, y el socialismo catalán corre el riesgo de convertirs­e en el Pasok local, con dificultad­es para desarrolla­r un discurso convincent­e para Catalunya. Los tentáculos de Ada Colau avanzan más allá de la ciudad Barcelona mientras el PSC busca ahora un espacio que le otorgue cierto confort junto a Ciudadanos siguiendo la estela de los gobiernos en los ayuntamien­tos de Lleida y Tarragona. Otra cosa es el Parlament, donde Ciudadanos se mueve desacomple­jadamente en un terreno vidrioso para el PSC. Miquel Iceta ha demostrado con creces su capacidad para seguir cualquier ritmo y el objetivo ahora es apuntalar la figura de Pedro Sánchez, así que ayer celebró el pacto ante los suyos.

Sin matices queda, en contraposi­ción, el discurso del independen­tismo catalán en Madrid. Para el vicepresid­ente de la Generalita­t y líder de ERC, Oriol Junqueras, el acuerdo no es “ninguna sorpresa” y para el portavoz convergent­e en Madrid, Francesc Homs, el acuerdo es la “antesala de una gran coalición”. Solo falta el PP…

Han pasado veinte años desde que en 1996, Convergènc­ia logró arrancarle a José María Aznar la supresión del servicio militar obligatori­o y hasta la eliminació­n de los gobiernos civiles para llegar a la Moncloa. Ahora CDC aprende a “ser pequeña” en Madrid, pero está libre de esas tentacione­s que los republican­os atribuyen a lo que denominan ADN convergent­e. Ni peix al

cove ni puta i ramoneta. El acuerdo de gobernabil­idad de Sánchez y Rivera entierra cualquier posibilida­d de que el partido de Artur Mas se plantee una reformulac­ión de la estrategia en el Congreso –aunque en Girona pacte con PP y Ciudadanos– y le ata, de momento, a ERC, mientras el Govern aguante…

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PIERRE-PHILIPPE MARCOU / AFP Rivera y Sánchez se unieron para firmar el documento, pero luego dieron sus explicacio­nes por separado

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