La Vanguardia

El abrazo del oso

- Pilar Rahola

Dos previas ya dichas: primero, Pedro Sánchez ha demostrado mucho cuero político, justo cuando debía tomar las riendas; segundo, la aritmética parlamenta­ria que necesita es muy compleja. Personalme­nte creo que Sánchez ha crecido como político y se ha consolidad­o como líder, y ahí están los actuales silencios de sus locuaces compañeros de partido –otrora tan críticos– para certificar­lo.

Sin embargo, incluso entendiend­o que necesita irse a la cama con extrañas parejas para sumar todas las migajas, lo peor que puede hacer es entregarse a un bocado indigesto. Porque, por el camino de la suma desesperad­a, puede encontrars­e con desesperan­tes restas. Por supuesto, Ciudadanos es necesario para que salgan los números, pero hay una enorme diferencia entre una ecuación de múltiples y abrazar al oso. Y Ciudadanos es, para el PSOE, la madre de todos los osos. De ahí que, con Ciudadanos de la manita, Podemos haga un roto, los catalanes se rían a carcajadas, y el PP de la Grosse Koalition huya de la Grosse cual espíritu maldecido, no en vano su idea no era que la Koalition se la quedara el PSOE.

Por supuesto, es evidente que Sán- chez necesita acuerdos. Pero los motivos por los que esta suma desesperad­a puede convertirs­e en la gran resta son también evidentes: primero, la brutal erosión en la credibilid­ad. El PSOE se pasó toda la campaña señalando a Ciudadanos como el aprendiz de brujo del PP y ahora quiere vender que acepta pulpo como animal de compañía. Además, una coalición preferente con Rivera implica, de facto, regalarle todo el espacio de izquierdas a Pablo Iglesias, que espera el maná encantado. Y, por otro lado, es un acuerdo tan tóxico que contamina cualquier otro tipo de acuerdo. Por esta vía no parece que Sánchez consiga su ansiada investidur­a, aunque quizás, en estos momentos de sequía amorosa, sólo aspira al susodicho abrazo.

Y luego está el asuntillo catalán, que, como decía Antón Costas en un buen artículo, haría bien en tomárselo en serio. ¿Cómo piensa compatibil­izar el relato del federalism­o, la defensa de la inmersión lingüístic­a, el respeto a los derechos catalanes y el resto de la monserga electoral si se alía con un partido cuyo ADN se ha forjado en un feroz anticatala­nismo? Ciudadanos es, en términos de reivindica­ciones catalanes, lo más retrógrado que ha pasado por Catalunya desde los tiempos de Lerroux, superando al PP por la escuadra. Si cuaja la estima entre ambos, maese Iceta deberá bailar mucho para poder explicarlo, aunque ni Queen lo salva.

Y así van sumándose las incertidum­bres a medida que avanza el calendario. Con el PP en coma profundo y sin asistencia, Podemos manteniend­o el tipo y vascos y catalanes mirando el espectácul­o desde el balcón, no parece que Pedro Sánchez esté cerca de la Moncloa. Al contrario, porque la pregunta es letal: ¿con Ciudadanos está más abrazado o más ahogado? Lo dicho, el oso.

Si cuaja la estima entre Sánchez y Rivera, Iceta deberá bailar mucho, aunque ni Queen lo salva

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