La crisis acecha a HBO
El canal debe encontrar una sustituta de ‘Juego de tronos’ para seguir siendo relevante, pero no hace más que parar rodajes de futuras series
En los Siete Reinos les preocupa que se acerca un invierno sin fin y HBO teme directamente el final de Juego de tronos, que, si se confirman las sospechas, será en 2018. El canal más prestigioso del mundo se encuentra en una encrucijada: tiene la obligación de encontrar una serie dramática que sustituya a Jon Snow y compañía y, teniendo en cuenta los plazos de su calendario, ya deberían tener el próximo fenómeno sobre la mesa del departamento de ficción. ¿Lo estará? Si sirve de algo Vinyl, que estrenaron el pasado domingo, es para confirmar que el olfato les falla, por lo menos a la hora de cambiar las reglas del juego como hicieron con Los Soprano en 1999 y Juego de tronos en 2011.
Esta preocupación puede parecer precipitada. En septiembre obtuvieron la triple corona en los Emmy con Veep alzándose con el premio a la mejor comedia, Olive Kitteridge como miniserie y Juego de tronos en el terreno dramático. Pero las sinergias de HBO destacan por su lentitud en un panorama que cambia de forma radical cada año y por las dificultades a la hora de desarrollar y lanzar nuevas ficciones.
La razón por la que series como Los Soprano y Juego de tronos son importantes para HBO es que concilian la imagen con el negocio. La serie de David Chase marcó un an- tes y un después con un género poco explotado en televisión, dando profundidad al antihéroe y siendo más accesible que dramas adultos previos como Oz. Tampoco nadie podía imaginar que una producción como Juego de tronos podía existir con su épica, teatralidad y un esfuerzo de producción sin precedentes. Pero la repercusión de ambas derribó todo pronóstico y abrió el concepto de prestigio al gran público, no a los nichos asociados a series como Girls y Togetherness, sus comedias indies en emisión.
“El mayor miedo es poner algo y que a nadie le importe”, confesó el director de dramas, Michael Ellenberg, a la revista The Hollywood reporter en junio y, según pa- rece, es exactamente lo que ha pasado con Vinyl. Mientras que el público en diferido marca las decisiones, el público en directo es una buena señal para medir la expectación para un producto tan promocionado como este con Martin Scorsese de director y Mick Jagger de asesor. ¿Pero cuántos espectadores la vieron en su primer pase? 764.000. Tampoco fue buena señal que las críticas destacaran el retrato de la industria del rock de los setenta considerando que seguía el esquema de Mad men. Los publicitarios de Matthew Weiner, al fin y al cabo, monopolizaron los premios cuando Tony Soprano desapareció y tenían en True blood a su buque insignia (muy vista, menos laureada). Vinyl tendrá segun-
da temporada, pero tampoco es sinónimo de éxito: desde 2007 con John from Cincinnatti que HBO no cancela un drama con una sola temporada por malas audiencias que tuvieran por una cuestión de imagen (¿por qué volverían a confiar en sus novedades?).
El estreno no ha disipado los rumores de la inminente crisis en HBO ahora que se huele la desesperación en la toma de decisiones. En junio ordenaron parar el rodaje de una serie semibiográfica de David Fincher ( Seven, La red social). Nunca más se supo. En agosto dieron otro portazo a Fincher cuando el remake de Utopia que adaptaba junto a Gillian Flynn ( Perdida) fue descartado por desacuerdos presupuestarios. Ese mismo mes paralizaron Lewis and Clark, una miniserie sobre dos icónicos exploradores de Estados Unidos, por las inclemencias meteorológicas. De paso, los productores Brad Pitt y Tom Hanks despidieron al director John Curran. Y, para rematar, la cadena arrastra otra maldición con Westworld, también paralizada para reescribir los guiones y cuyo estreno se preveía para 2015. Anthony Hopkins eligió el vehículo erróneo para mudarse a la televisión de prestigio.
Con un currículo reciente que o bien no ha logrado el favor de la crítica ( The newsroom, la despellejada segunda temporada de True detective) o del público ( Luck, The
leftovers, Treme) y tanto proyecto fallido incluso antes de estrenarse, los tiburones como Netflix y Amazon están preparados para arrebatar el trono. El margen de error del canal es mínimo con únicamente tres o cuatro dramas previstos para este año. Si siguen este ritmo de producción, ¿cómo estarán a tiempo de encontrar un relevo antes de 2018? ¿Cómo retendrán los suscriptores y potenciarán la plataforma de contenidos que podría llegar a España en otoño? Por un precio menor, la competencia ofrece el triple de ficción propia y, como demuestran Transparent, The man in the high castle, Jessica Jones y Orange is the new black, no escatiman en calidad.
Los directivos dieron un doble portazo a David Fincher, que desarrolló dos series y ninguna verá la luz