La Vanguardia

El derbi de Barcelona

- Joaquín Luna

Se puede querer dos equipos a la vez y no estar loco? Y aún hay algo más complicado: ¿se puede querer dos equipos que no se tragan a la vez? Barcelona no lo sabe, pero este domingo acoge un derbi cainita: UE Sant Andreu-CE Europa (tercera división, seis de la tarde en el Narcís Sala).

Tiene mérito que dos entidades con historia y esplendor hayan decidido odiarse justo ahora, cuando el fútbol de Tercera tiene maneras de baile de la Opera de Viena. El Europa, equipo de mi calle, la calle Sardenya, fue fundado en 1907 y el Sant Andreu en 1909.

Los destinos de ambos clubs nunca se cruzaron y se relevaron en el título honorífico de tercera club de Barcelona: el Europa en los años 60, el Sant Andreu en los 70. Sin ánimo de ofender, el Europa había conocido palacios y alcobas. Tres temporadas en primera, una final de Copa, jugadores internacio­nales. Fue el primer equipo que le endosó cinco goles al Real Madrid en Liga (y el primero que lo encajó de los blancos, las cosas como son).

La épica del Sant Andreu es trabajador­a, viste mono azul y está muy ligada al desarrolli­smo y a un barrio entrañable. Como el Europa y su camiseta blanca con escapulari­o azul, el Sant Andreu viste con originalid­ad, distinción reservada a unos pocos: camiseta amarilla con las cuatro barras. Y ya antes de morir Franco...

El domingo se vendían entradas a precios reducido (5 euros los socios, 10 los no socios) en el campo del Europa para el “desplazami­ento”. Hay dos corrientes de opinión al respecto. Los europeísta­s somos así: pocos y muy dispuestos a discrepar. Me di cuenta de la magnitud del asunto al

Sant Andreu-Europa: duelo entre dos equipos de barrio dados a odiarse en la ciudad que sólo habla de Messi

cruzarme el martes en el barrio con José Miguel Bajo, excompañer­o en La Vanguardia y miembro de la peña Els Cavallers Europeiste­s, más conocida como la peña del Cava, cuya existencia, nombre y comportami­ento ya dan cierta idea de lo exquisito que es el europeísmo (a veces hay más peñas que espectador­es). –¿Irás el domingo al Narcís Sala? –¡Un europeísta no puede pisar ese campo!

Yo pienso hacerlo porque el Europa enfila los puestos de promoción, por nostalgia –jugué en el juvenil del Sant Andreu de la época dorada del primer equipo, años 70– y porque enfrentars­e a un enemigo tiene más gracia que enfrentars­e a un amigo.

Todo empezó en el 2007 con una gran pancarta en el Narcís Sala en la que aparecía un cerdo vestido del Europa... Nos llaman “pijos” y sus peñas gritan más. Será un partido tenso –o no– entre dos equipos de barrio muy grandes aunque Barcelona no lo sepa y sólo hable de Messi.

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