La Argentina de Macri seduce a los líderes occidentales
Las visitas de Hollande, Renzi y Obama colocan a Buenos Aires en un nuevo eje
Mauricio Macri y el primer ministro italiano, Matteo Renzi, comparecían la semana pasada ante la prensa en la Casa Rosada cuando se oyó un fuerte ruido por los altavoces. “Eso lo hizo Hollande”, exclamó el presidente argentino entre risas. La broma ejemplifica la carrera desatada entre los líderes mundiales por visitar Argentina, el país de moda en Latinoamérica, que se abre a la inversión extranjera tras doce años de kirchnerismo.
El presidente francés, François Hollande, que ayer acabó una estancia de dos días en Buenos Aires, debía haber sido el primer mandatario extranjero en visitar oficialmente Argentina tras la toma de posesión de Macri en diciembre –donde sí fueron invitados varios jefes de Estado de la región–, pero Renzi se le adelantó una semana, en un viaje improvisado. Hollande iba a venir a principios del 2015, pero el atentado contra Charlie Hebdo provocó la suspensión.
También Barack Obama anunció la semana pasada que volará a Buenos Aires desde Cuba el 23 y el 24 de marzo. El líder de EE.UU. –primer inversor en Argentina– tardó dos meses en confirmar un viaje de Estado que generalmente lleva años de gestiones.
Y mientras tanto, España, segundo inversor en el país, mira a las musarañas como consecuencia de la interinidad en la Moncloa. En este sentido, el Gobierno español está perdiendo una oportunidad de oro teniendo en cuenta la estrecha relación con el Partido Popular y Mariano Rajoy, de la que Macri siempre ha hecho gala. España estaba muy bien posicionada ante el cambio de signo en Argentina y, de hecho, el titular de Exteriores, José Manuel GarcíaMargallo, se convirtió en el primer ministro extranjero en visitar a Macri, antes aún de su toma de posesión, pero también de las elecciones del 20 de diciembre que llenaron de incertidumbre el panorama político.
A pesar de que la embajada española intensifica los contactos entre ambos gobiernos y trabaja para facilitar la llegada de inversores, no es lo mismo contar con el espaldarazo de una visita de alto nivel como las de Renzi, Hollande y Obama. Además Renzi supo explotar su cercanía con Macri –que habla italiano y cuyo padre nació en Roma–, a quien conoció cuando ambos eran alcaldes, de Florencia y Buenos Aires.
Hacía casi dos décadas que un líder francés o italiano no visitaban Argentina. Jacques Chirac lo hizo en 1997 y Romano Prodi en 1998. Espacio de tiempo que evidencia la tensa política exterior del kirchnerismo, especialmente durante los dos gobiernos de Cristina Fernández (2007-1015), que se enfrentó tanto a EE.UU. como a España y se centró en las relaciones con los países bolivarianos, además de con China y Rusia, únicas potencias cuyos líderes visitaron oficialmente.
El menosprecio de Fernández hacia la diplomacia fue tal que la mandataria no recibió a los líderes turco, japonés y español cuando visitaron Buenos Aires en septiembre del 2013 para apoyar sus candidaturas a los Juegos Olímpicos del 2020. Fue el único viaje de Rajoy a Buenos Aires. En el 2007, al final del mandato de Néstor Kirchner, lo había hecho José Luis Rodríguez Zapatero.