La Vanguardia

El trazo hecho escultura

- LLUÍS PERMANYER

Vaccaro, el escultor, se encuentra ligado íntimament­e al paisaje urbano de pueblos y ciudades de Catalunya

RICARD VACCARO (1946-2016)

Escultor y pintor

No pocos de entre el muchísimo público que abarrotó el Castell, de Cornellà de Llobregat, para asistir a la inauguraci­ón hace un año de la retrospect­iva del artista Vaccaro, sabíamos que fatalmente era una despedida. Aunque enfermo de gravedad, soportó con entereza las servidumbr­es propias del ritual del acto e incluso consiguió que la emoción no le impidiera articular palabra. Me confesó que nuestra presencia le inyectaba ilusión y fuerza.

Vaccaro era barcelonés, nacido en 1946. Su vocación artística la sintió de muy joven. Se formó en la Escola Massana y en el Cercle Artístic de Sant Lluc. Pese a que lo suyo era crear, al principio no tuvo más remedio que buscar un camino rentable, aunque muy ligado a su pasión; de ahí que dedicara un período de su vida a la enseñanza. Fue en la novísima escuela Thau, en la que fue el profesor de arte. Desde un buen principio evidenció que no era un maestro rutinario ni al uso, al desplegar en sus clases y acciones una originalid­ad seductora. Se ganó al alumnado, que aún le recuerda con afecto singular. No fue de extrañar que a la exposición antes mencionada de Cornellà se viera acompañado por no pocos de ellos, con su presencia o sus escritos en el catálogo, todo ello puesto bajo la dirección cálida de Vicenç Altaió.

Como pintor expuso por vez primera en el Taller Picasso; corría 1971. Ya entonces dejó marcado un estilo inconfundi­ble, que pese al discurrir del tiempo ha constituid­o una de sus cualidades esenciales: es lo mínimo que se puede exigir a un artista que se precie, que en su caso lo reforzó al distanciar­se siempre de las tendencias que dominaban la actualidad. Y a lo largo de su carrera, aquel trazo, de honda raíz poética y musical, evidenciab­a gestualida­d, movimiento, vida, brotados casi con automatism­o más de la muñeca que del cerebro, más del sentimient­o apasionado que de la razón.

Y con toda naturalida­d se sintió encaminado a expresar aquel mundo tan propio mediante la forma en el espacio. Al trabajar la escultura se percató de que cuanto salía de sus manos representa- ba con mayor verdad lo que se imponía decir y representa­r. Exploró lo que le brindaba la materia, y del acero corten pasó a un material nuevo que le sedujo desde el primer momento: el polimetacr­ilato.

Vaccaro, el escultor, se encuentra ligado íntimament­e al paisaje urbano de pueblos y ciudades de Catalunya. La inspiració­n poética y los homenajes personales son los temas que han dominado su quehacer. Así Companys, Ernest Lluch, Solé Tura, Wagner, Miró o Charlie Rivel concretan algunas de sus muchas esculturas públi- cas. En este sentido, su labor se halla bien representa­da en el espacio público y en coleccione­s privadas.

Lamento que su obra más ambiciosa, compleja e intensa, Catedral, no haya encontrado aún la oportunida­d de hacerse realidad a la escala que merece.

Vaccaro siempre se ha sentido admirado, pero también querido: resultaba inevitable y tan fácil…

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MANÉ ESPINOSA

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