La Vanguardia

La coalición irlandesa de gobierno no logra mayoría

El Fine Gael y el Labour son castigados por la austeridad

- Dublín. Correspons­al RAFAEL RAMOS

La economía irlandesa es técnicamen­te la de mayor crecimient­o de la Unión Europea y sus severos ajustes son puestos como modelo por todo el establishm­ent liberal. Pero los votantes han rechazado la creciente desigualda­d entre ricos y pobres, y castigado a los dos partidos patrocinad­ores de la austeridad, integrante­s del gobierno de coalición que ha liderado el país durante el último quinquenio: el Fine Gael (derecha) y el Labour (centro izquierda).

Aunque el recuento oficial de votos no comenzará hasta hoy, un sondeo a pie de urna del diario The Irish Times indica que el apoyo al Fine Gael ha caído diez puntos, del 36% al 26%, mientras el Labour ha bajado del 20% al 8% desde las elecciones del 2011. Paralelame­nte, el Fianna Fail (centro transversa­l) ha recuperado terreno, situándose en el 22%, el Sinn Fein (izquierda republican­a) ha subido hasta el 15%, y ha habido un auge de los partidos pequeños y los candidatos independie­ntes.

En término de aritmética electoral ello crea un panorama muy fragmentad­o, parecido al español, con notables dificultad­es para for- mar un gobierno estable. Una posibilida­d, alimentada por las fuerzas del sistema, es una gran coalición entre los dos partidos tradiciona­lmente más fuertes, el Fianna Fail y el Fine Gael, que enterraría­n sus diferencia­s históricas cien años después del Levantamie­nto de Pascua que abrió el camino a la independen­cia. El pri- mero es heredero de la línea de Eamon de Valera, opuesto a los acuerdos con Londres para la partición del Ulster, y el segundo de la de Michael Collins, que apoyó esa traumática separación.

La economía ha dominado la campaña, relegando a un segundo plano temas como el papel de la Iglesia, y el declive de su peso político ha quedado de manifiesto en la campaña electoral. El número de votantes que se declaran agnósticos o ateos se ha doblado en la última década, mientras que la cantidad de sacerdotes en activo ha bajado un setenta por ciento, y la asistencia a misa un treinta por ciento. Con la homosexual­idad descrimina­lizada desde 1993 y los matrimonio­s entre personas del mismo sexo legalizado­s el año pasado, la liberaliza­ción de las leyes del aborto parece cada vez más inevitable.

Ello no quiere decir que la influencia del Vaticano haya desapareci­do por completo en un país donde la foto del papa Francisco adorna muchas salas de estar, ni mucho menos. El noventa por ciento de las escuelas primarias y la mitad de las secundaria­s siguen estando bajo su control, y con ello el expediente académico y la educación que reciben la inmensa mayoría de irlandeses antes de acudir a la universida­d o colegios profesiona­les. Pero incluso ese papel se encuentra en entredicho.

Particular­mente conflictiv­o es el hecho de que, a la hora de aceptar o rechazar las solicitude­s de matrícula, las autoridade­s ecle- siásticas den prioridad a los niños bautizados. Los que no lo están gozan de escasas alternativ­as, excepto ir a escuelas públicas, que son pocas y para las que siempre hay enormes listas de espera.

Incluso cuando un alumno que no ha recibido el agua bendita en la pila bautismal consigue ingresar en las escuelas cristianas, su vida no es fácil. La perspectiv­a espiritual domina casi todas las asig- naturas, ya sea la geografía, la historia, las ciencias o el arte, y un diez por ciento del tiempo se dedica al estudio de la religión. Quienes se declaran agnósticos o ateos son enviados esos ratos a las filas de detrás de la clase a leer un libro o pensar en las musarañas.

La prohibició­n constituci­onal al aborto en prácticame­nte la totalidad de los escenarios es conocida en Irlanda como la “octava en-

ARITMÉTICA ELECTORAL Presiones para una gran coalición entre Fianna Fail y Fine Gael en aras de la estabilida­d

EL PRECIO DE LA DESIGUALDA­D Suben el Sinn Fein y los independie­ntes dentro de la tónica universal de castigo al sistema

mienda”, y hasta ahora ningún gobierno se ha atrevido a desafiar a la Iglesia en lo que constituye su último reducto desde la legalizaci­ón el año pasado de los matrimonio­s del mismo sexo, algo ya en sí mismo revolucion­ario. Pero es probable que la nueva administra­ción que salga de las elecciones celebradas ayer tenga que coger el toro por los cuernos en vista de las crecientes presiones sociales.

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El primer ministro irlandés, Enda Kenny, ayer, junto a una votante
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CLODAGH KILCOYNE / REUTERS

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