La Vanguardia

Una noche en la ópera

- MARIÁNGEL ALCÁZAR

La situación de interinida­d del Gobierno está repercutie­ndo, como ya hemos dicho, en la agenda de la Zarzuela. Por no hacer ruido, caminan descalzos. Por no molestar, se quedan en casa. A pesar de esa sobredosis de prudencia, el Rey dio un paso adelante el pasado domingo atendiendo un asunto que tenía pendiente: su presencia en Catalunya. Don Felipe tendió la mano, en sentido literal, a los representa­ntes de las altas institucio­nes catalanas y su postura conciliado­ra, en la cena que tuvo lugar en el foyer del Gran Teatre del Liceu, puso en evidencia que son otros los que enredan.

En su día, el Rey no recibió a Carme Forcadell en la Zarzuela porque, en ejercicio del estricto cumplimien­to institucio­nal, se encontró una salida: que la comunicaci­ón del nombramien­to de Carles Puigdemont se hiciera por escrito y, de ese modo, evitar la foto de don Felipe con la presidenta del Parlamento catalán que, literalmen­te, espantaba al Gobierno. Pasadas algunas semanas, el Rey, que entonces había actuado con la vista puesta en la Moncloa, puso, con su presencia en Barcelona, la vista en la Generalita­t para rectificar el rumbo de la relación entre la jefatura del Estado y Catalunya.

El rey Felipe, en estas circunstan­cias excepciona­les, camina con pies de plomo para cumplir con la estricta neutralida­d y tiene poco margen de maniobra. Casi todo lo que hace tiene que estar refrendado por el Gobierno, por eso tiene más valor el que se presentara a las puertas del Liceu con buen cara, descolocan­do a la formación de los tres tenores (Puigdemont, Forcadell y Colau), a quienes saludó cordialmen­te. Es más, ninguno de los guiris presentes, incluidos los mandamases de GSM, la asociación mundial de fabricante­s de móviles que organiza el Mobile Word Congress (MWC), que segurament­e, y afortunada­mente para ellos, desconocía­n los intrín- gulis de la noche, debió notar nada extraño. En el Salón de los Espejos, mientras anfitrione­s e invitados compartían un cava, el Rey, en ocasiones acompañado por Puigdemont, Forcadell o Colau, aprovechó para saludar a algunos de los presentes como el exalcalde Xavier Trias, a quien no veía desde que dejó el cargo. Mientras Enric Crous, director general del grupo Damm, y el hotelero Joan Gaspart se encargaban de atender a John Hoffman, el mandamás del MWC. La mayor parte del tiempo, don Felipe estuvo rodeado por directivos de grandes compañías que, al igual que sus clientes, no pudieron resistirse a hacer selfies con sus teléfonos de última generación. Sólo el ministro de Industria en funciones, José Manuel Soria, mostró cierta incomodida­d pero no más que en las ocasiones en las que coincidió con el anterior presidente de la Generalita­t, Artur Mas.

VARELA, EL MÁS FIEL

Felipe Varela, el modisto encargado de llenar el armario de la reina Letizia, regresó a la pasarela de Madrid con una colección que poco tenía que ver con el estilo con el que hasta ahora se le identifica­ba. Su dedicación casi en exclusiva a la Reina ha limitado, al parecer, su creativida­d.

Trabajar para la reina Letizia es un arma de doble filo, ya que todos los que la rodean en diferentes servicios deben hacer gala de discreción, cosa normal, pero muchos van más allá mostrando una fidelidad rayana en la adoración. Varela ha acabado contagiado del secretismo y el estricto código impuesto en el círculo de la Reina y, temeroso de que cualquier comentario inadecuado pudiera apartarle del paraíso, ha optado por esconderse, incluso de sí mismo. No sabe Varela, o quizá sí y por eso ha vuelto a las pasarelas, que doña Letizia está a punto de cambiar de criterio y considera abrir su armario a otros diseñadore­s españoles. Jorge Vázquez ya ha anunciado que le han llamado de Zarzuela, pero puede que su indiscreci­ón le cueste cara.

PERMISO SIN SUELDO

Hace varias semanas, justo antes del inicio del juicio oral por el caso Nóos, la infanta Cristina, como ya contamos en estas mismas líneas, mantuvo una reunión con los responsabl­es de la Fundació La Caixa para negociar su estatus durante el tiempo que dure el proceso. Pactó entonces un permiso sin sueldo en un plazo que no llegó a concretars­e pero que, en principio, alcanzaría el tiempo previsto para la toma de declaracio­nes, que se cierra con la comparecen­cia de doña Cristina y puede extenderse hasta junio. La relación laboral de la infanta con la entidad en la que trabaja desde hace más de veinte años sigue siendo la misma y lo será incluso si, cuando concluya el juicio, se procede a un nuevo cambio de destino y la infanta regresa a España.

Actualment­e, Cristina de Borbón se ocupa del área de Cooperació­n Internacio­nal con sede en Ginebra, donde se encarga de coordinar los proyectos de colaboraci­ón entre la fundación y diversas agendas de la ONU y los que se mantienen con la Fundación Aga Khan Developmen­t Network, de la que es responsabl­e Zhara Aga Khan, íntima amiga de la infanta Cristina, y madre de dos niños, Sarah y Eilayan, compañeros de los hijos de la infanta Cristina en las aulas de la École Internatio­nal.

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JUAN CARLOS HIDALGO / EFE Los Reyes, junto al presidente del Congreso, Patxi López, el jueves, en su visita a Arco
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