“Mi partido se ha vuelto loco”
El apoyo del gobernador de Nueva Jersey al magnate cambia la carrera
Andaban los miembros del sanedrín republicano estudiando estrategias para detener el avance de Donald Trump como aspirante a la nominación presidencial, cuando Chris Christie, el gobernador de Nueva Jersey, un hombre del establishment que abandonó la carrera hace dos semanas, decidió apoyar públicamente al magnate millonario de Nueva York, en vísperas del supermartes. La noticia cayó como una bomba, porque ponía de manifiesto que no existe unidad ni consenso en la cúpula del GOP sobre lo que hay que hacer para que Trump no sea el candidato republicano. Algunos líderes no se quieren significar ante la posibilidad de que el magnate acabe imponiéndose y gobernadores que aspiran a la reelección no saben que es más arriesgado para sus intereses, si desmarcarse o apoyarle teniendo en cuenta el estado de opinión dominante en sus respectivos estados. Una prueba del desconcierto lo ha protagonizado Paul LePage,ex gobernador de Maine. The New York Times reveló la celebración en Washington de una reunión conspirativa de gobernadores republicanos que expresaron su honda preocupación por el éxito que estaba teniendo Trump en las primarias. LePage propuso pasar a la acción en vez de lamentarse y hacer pública una carta conjunta en la que se desautorizara a Trump y sus propuestas políticas. La iniciativa no tuvo éxito. Sus colegas no quisieron firmar. Una semana después, Paul LePage ha pedido el voto de los re- publicanos a Donald Trump.
Con razón Lindsey Graham, senador de Carolina del Sur y un referente del centrismo republicano, declaró que “mi partido se ha vuelto rematadamente loco”, pero otro líder conservador, Newt Gingrich, ex líder en la Cámara de Representantes, cambió de tercio. “El apoyo de Chris Christie a Trump es una advertencia al establishment del GOP de que sería mejor empezara a pensar el futuro con Trump”.
Trump está ganando la carrera y no se ven alternativas lo suficientemente sólidas como para descabalgarle. Pero su paseo triunfal deviene perdedor en una elección general contra Hillary Clinton. De 46 sondeos, la candidata demócrata supera a Trump en 39, empata en dos y pierde en cinco. La angustia republicana va más allá de la disputa de la presidencia, porque además de estar en juego la mayoría en el Senado y la reelección de gobernadores, al próximo presidente previsiblemente le tocará nombrar nuevos magistrados del Tribunal Supremo que es la institución que acaba determinando los valores que marcarán la dirección del país... y en buena parte del mundo entero.