Los progresistas arrebatan a los ultras todos los escaños en Teherán
Rohani celebra el resultado, que refuerza su apertura con el acuerdo nuclear
Sin que se hayan anunciado los resultados finales de las elecciones del viernes en Irán, sí se ha revelado un dato contundente: el bloque progresista que apoya las políticas del presidente Hasan Rohani arrasó en Teherán. No sólo habría obtenido los 30 escaños de la capital, también logró la mayoría de las 16 plazas que lo representan en el Consejo de Expertos, asamblea de doctores en la interpretación de la ley que tiene entre sus tareas escoger al líder supremo.
No significa que los llamados progresistas hayan arrasado de la misma manera a nivel nacional, donde los conservadores tienen arraigo, pero el arrollador triunfo en Teherán representa el final de 12 años de control conservador en el Parlamento. Aún si ambos bloques acaban obteniendo una proporción similar de los 290 escaños, como se prevé, los representantes capitalinos históricamente son los más influyentes en el Majlis. Y sea cual sea el resultado, los conservadores ya no tendrán la mayoría.
Tras una campaña apática, en la que sólo unos pocos parecían estar interesados, miles de personas aparecieron sorpresivamente en los puestos de votación. La movilización fue particularmente grande en zonas de clase media donde la votación hubo de extenderse hasta medianoche. La participación alcanzó el 60%.
Los resultados en Teherán no sólo ratifican que la alianza entre moderados y reformistas es exitosa, como ya sucedió en el 2013 cuando Rohani salió elegido con más del 50%. También se puede interpretar como un espaldarazo al proceso de apertura iniciada por Rohani después de la firma del acuerdo nuclear y un rechazo a las ideas radicales que representaba el Parlamento saliente.
“Nadie puede resistirse a la voluntad de la mayoría y todo aquel que la gente no quiera debe hacerse a un lado”, tuiteó ayer el expresidente Hashemi Rafsanyani, quien repitió en varias ocasiones que el objetivo de esta elecciones era derrotar a la política radical, como en el 2013.
La misión de esta alianza era entonces derrocar al sector radical que representaba el presidente saliente, Mahmud Ahmadineyad, y recuperar un espacio en el escenario político. La misma estrategia ha funcionado de nuevo. Los progresistas habrían logrado desalojar a un número considerable de políticos y clérigos radicales que se oponen a una mayor apertura social y a restablecer relaciones con el mundo. Según algunos medios iraníes, 24% de los diputados no han sido reelegidos. Y dos destacados cléri- gos del sector radical se han quedado fuera del Consejo de Expertos.
“Yo no creo en el sistema pero esta victoria tiene un gran mensaje detrás”, afirmaba Mehdi, ingeniero de 37 años, para quien los iraníes han rechazado las ideas radicales que algunos quieren imponer en Irán. “El Líder Supremo tiene que oír lo que dice la gente y no lo que le dicen sus asesores cercanos”.
El triunfo progresista, aunque apabullante, no significa el regreso total del reformismo. La gran mayoría de sus candidatos fueron descalificados por el Consejo de Guardianes, un grupo de 12 clérigos de la órbita del líder supremo que examina las credenciales de cada candidato. Lo mismo sucedió con una gran proporción de candidatos moderados.
Este veto masivo dejó al bloque progresista con poco margen de ma-
CATALINA GÓMEZ ÁNGEL El resultado en la capital no es extrapolable al país pero todo apunta a un batacazo conservador
niobra para armar sus listas. La estrategia final fue invitar a un gran número de candidatos conservadores que si bien apoyan las políticas económicas del actual gobierno no ven la necesidad de realizar reformas sociales. Algunos de ellos condenaron con vehemencia las protestas del 2009.
“La gente mostró su poder una vez más y dio mayor credibilidad y fortaleza al Gobierno”, celebró Rohani, que dijo que trabajará con todos aquellos que busquen un Irán industrializado y un avance en la economía, como pide la población.