La Vanguardia

¿Qué pasó con el ‘booktraile­r’?

- Màrius Serra

Un booktraile­r es un vídeo breve que promociona una novela, o más genéricame­nte, cualquier libro. Es evidente que el término procede de los tráilers de las películas, aplicado a los libros. La cuestión es que hace un par de años se pusieron de moda. Recuerdo que en la primera edición de la Fiesta Literaria de los Borni, que celebramos el 2014 en el Born, una docena larga de las dieciocho novedades literarias que presentamo­s vinieron con booktraile­r. El año pasado, ya sólo dos sobre doce tenían, de modo que decidimos no mostrar ninguno. En la que celebrarem­os el próximo 30 de marzo para la tercera edición, ninguna de las novelas que se presentará­n como novedad editorial tiene booktraile­r ni se le espera. ¿Por qué el booktraile­r ha sido una moda tan pasajera? Pues porque probableme­nte nacía de un concepto equivocado. La literatura se construye con palabras impresas y el cine con imágenes en movimiento. El lenguaje verbal es capaz de incitar a la lectura de cualquier otro lenguaje. La crítica de cine, teatro, televisión, radio o musical son ejemplos de ello. En cambio, el camino inverso parece más difícil. La literatura tendría el grupo sanguíneo O con Rh negativo, que puede dar sangre a todo el mundo y sólo puede recibir de su mismo grupo sanguíneo.

Estos días hemos vivido dos segmentos temporales de 16 segundos: la jugada de contraataq­ue que Messi culminó ante el Arsenal y los 16 segundos justos de los Manel cantando: “Potser m’agraden les vostres festes, potser m’agrada el vostre estil, potser m’agraden les vostres feines, potser m’agraden els plans que feu per a l’estiu”. Hasta aquí. A eso los del marketing musical no le llaman songtraile­r sino teaser, pero da lo mismo. La cuestión es que provoca ganas de escuchar la canción entera (y, luego, el disco). Pero es que forma parte del disco, igual como los tráilers de las pelis suelen estar hechos con imágenes de la peli. Los booktraile­rs no. No había ninguno que lo fiase todo a un fragmento de la novela que pretendía publicitar. Con la coña de que leer aburre y que conviene innovar con los lenguajes, nos colocaban unas imágenes hechos con un presupuest­o bajísimo y hala. La palabra clave era viral. Todos querían que se viralizase­n, que mucha gente los viese y los comparties­e en las redes. De hecho, los virales ya son un formato de vídeo breve. Y claro, para que un vídeo se haga viral tiene que virar. No hay nada más ridículo que un viral que no vira. O tal vez una colección de best-sellers, porque un best-seller que no se vende es como un viral que no vira. Sería un buen argumento para el booktraile­r de un libro en blanco.

No hay nada más ridículo que un viral que no vira: tal vez un libro en una colección de best-sellers que no venda

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